
A inicios de primavera en una tarde soleada, una rosa dorada brillaba por demás.
Solo el viento que soplaba despacio por la pradera podía acompañarla en la hermosa vista que ofrecía su ostentosa presentación.
Soy Rosa, se presentó, pero sus acompañantes evadieron su honorable descubrimiento, el viento sopló con más intensidad, creando temor en la pradera, todos voltearon a hacer reverencia a la nueva rosa de la primavera.
Susurra el viento nuevamente, haciéndole saber a Rosa que no estaba sola y que no se preocupase más, todos allí eran nuevos y costaba mucho aceptar la realidad.
El veterano le explicaba que estaba frente a un mundo nuevo donde el clima debía estar estable para mantener unida a la pradera.
Rosa comenzaba a conocerse a sí misma y ante ella tenía un nuevo aliado de repente, un fuerte roble con nacientes frutos le mostró amistad y lealtad.
Rosa se sentía una diosa sin carencias ni defectos, y poco a poco su debilidad iba saliendo a flote, su brillantez hacía aminorar la belleza de los demás florales de la pradera, haciéndola saberse insuperable ante los demás y su soberbia explotaba su poderío y supremacía.
El viento amenazó a la rosa de oro que de seguir con sus actitudes de altanería, una fuerte tormenta azotaría la pradera en busca de acabar con ella y que él mismo se encargaría de apoyar al clima en esa situación a lo que la rosa responde embriagada en poder que podía traer los males que quisiese, pues la rosa dorada no caería jamás.
A la semana siguiente cuando la enemistad con los demás miembros de la pradera era más que evidente, la tarde dejó de ser primaveralmente soleada y de vientos sutiles, pasó a ser fastidiosa y áspera; y la oscuridad se apropió de toda la pradera, paralizados todos recurrieron al poderoso árbol que seguía de cerca los pasos de la rosa dorada, este tratando de tranquilizar a todos evitó la desesperación, pero la rosa no podía dejar de ser la que llame más la atención y le gritó al viento que no le tenía miedo a nadie y que ella tenía poderes (de los cuales ni ella aún estaba enterada) y que podría acabar con el todo el reino del clima cuando ella lo desee.
El clima sacó participación y de repente comenzó a expresarse, mientras le decía a la rosa que era una desubicada y testaruda, la azoto con una fuerte ventisca que nació de la nada.
El árbol conocía los secretos de la rosa pues este viejo y poco novato roble había sobrevivido mucho tiempo, a las estaciones que el clima le otorgaba, él sabía que la rosa sólo podía explorar dentro de sí con ayuda de los demás miembros de la pradera.
La conexión mística que le da su ecosistema, la más bonita de las rosas estaba destinada a resignarse ante el reino del clima o a sus similares, ¿qué fue más difícil para ella?, ambos tratan de destruir tu orgullo y soberbia, y sin un poco de fuerza la rosa volteó ante sus compañeros a pedir inagotables disculpas sobre todo lo sucedido.
El roble sonrió ante la excelente decisión, pues se dio cuenta que la incesante rosa lo comprendió y las demás flores dejaron salir de si un polvo que volaba hacia la rosa de un color brillante e indistinguible, la pintaron de un color diamante que por obligación llamó al reino del sol.
El solo combatió con el clima por la vida de la pradera y al verse incapacitado por la fuerza inagotable del viento,la rosa tomó su última decisión, explotó y dejó volar sus pétalos por toda la pradera dejando caer su tallo y haciendo que el polvo mágico que se emanaba antes se disperse por toda la pradera y que contagie al clima, viento y sol.
La soberbia rosa se sacrificó como acto final a sus despistados e ingenuos actos, haciendo que la pradera no decaiga jamás, le consiguió una vida infinita a sus demás compañeros al sacrificar su vida y demostró su incansable felicidad.
El siempre sorprendente sol hacía recordar a la pradera, a la hermosa y brillante flor, y aunque se dejó llevar al principio por el poder de su belleza, su entrega dejó muy claro que su corazón era más puro que nada de lo que hay en el mundo y su alegría era opacada por una altanería inexplicable, pero nos damos cuenta de que todos tenemos una forma brillante de demostrarnos y demostrar ante todos como somos realmente.
Nació de color dorado y murió brillante como el más preciado de los diamantes y es así como todos recordarán a la rosa divisora de dos mundos, que se unieron más que nunca cuando esta hizo entender el valor y la potencia de la unión y la amistad.
-En memoria de Rosa Rivera-