Red Bull Music Academy Radio

viernes, 23 de octubre de 2009

Desórdenes en cadena

Fue en Octubre del ’72 cuando me enviaron de vuelta desde la marina, la guerra había terminado y yo, con algunos rasguños y experiencias que contar, regresé para realizar mis sueños.
Quería ser dueño de la mejor albañilería del país, pero por encima de todo esto regresé para casarme y formar una gran familia con Valeria, el amor de mi vida, ella fiel a su promesa me esperó hasta el final de la guerra. Antes de irme le di la sortija de compromiso de mi madre y le dije que regresaría con mucho entusiasmo a casarme con ella, cuando la guerra había terminado me transporte de nuevo a mi tierra natal, para comenzar a hacer realidad todo lo que me había propuesto con Valeria.
Ella siempre me apoyó desde el primer instante que nos conocimos, y a pesar de que la gente hablaba mal de ella, yo jamás dude sobre sus acciones ni por un minuto.
Me dijeron que mi madre murió cuando yo nací y en mi niñez fui criado por el cura del pueblo, me daba tanto asco ese tipo, nunca me dejaba tranquilo, como si él en realidad pensara que soy su legítimo hijo.
Tuve mis dudas al principio pero no es algo que podría alguien aceptarlo o soltarlo así nada más, en fin, esto no forma parte de lo que cuento por ahora, trataré de ir en orden.
Bueno como les dije, al regresar a mi pueblo me junte con Valeria y nos fuimos a la ciudad, nos casamos y comencé con mi negocio de la madera en una zona lejana de la ciudad, un lugar donde pueda trabajar con el espacio necesario y con las licencias aprobadas. Tardaba en llegar a casa 2 horas y puesto que soy un hombre decidido jamás desistí a mis sueños.
Salía muy tarde del negocio, tanto así que los primeros años de matrimonio Valeria se quejaba constantemente de que no me tenía a su lado, es por esa razón que se negó a darme hijos y a pesar de que hice lo posible para poder darle a todo, el lugar debido en mi vida, nunca se mostró satisfecha.
Después de varios años, mi empresa comenzó a hacerse un nombre y dado que yo estaba tan metido en esto, dejé de escuchar las molestas quejas de Valeria.
Teníamos dinero y fue esa la razón por la que ella no me dejaba, tenía la vida segura y era algo que ella no quería cambiar.
Le llegué a dar todo. Entre viajes, joyas, sociedad y muchas cosas más, jamás me hubiese imaginado que se alejaría tanto de mí.
Era obvio que el matrimonio no funcionaba pero ella tampoco luchaba por él, y en un momento dado dejó de quejarse, acabaron los malos humores y solo representaba una carga en mi vida, la llené de tantos lujos que la había atado con una soga irrompible para mí. Un día decidí darle una sorpresa y salí a dar unas indicaciones a la empresa y regresé a casa para almorzar, olvide decírselo y al llegar a casa escuche sonidos en la sala, era extraño, era una voz que acompañada con la de mi mujer me hicieron dar de cuenta lo que sucedía.
En ese momento mi mundo de felicidad y sueños realizados se caía.
Comencé a perder el control y la respiración comenzó a fallarme, fue entonces que bajo mi furia y desenfreno decidí matarlos a los dos, no me importó nada tan solo cogí un cuchillo y sigilosamente me escurrí por sus espaldas y despiadadamente los asesiné.
Pasada una hora seguía sentado en aquel sillón llorando, porque esa mujer destruyó mi vida, en ese momento vi por la ventana a una vecina que con sus gestos de horror y su estado de petrificación había entendido que los sonidos provocados en mi casa habían concluido en un feroz asesinato, fue entonces que salí disparado por la puerta trasera de mi casa sin el auto y me hospedé en un hotel algo lejano.
A la mañana del día siguiente me enteré que los policías habían registrado mi casa y que habían hallado mis huellas por todos lados, me culparon por el caso.
Yo los culpo a ellos por haberme destrozado la vida.
Luego de algunos días en el hotel escuché que decidieron cerrar mi empresa así que yo decidí regresar a casa.
Al regresar a mi pueblo, fui al único lugar en el que sabría que sería aceptado, fui a la parroquia a hablar con el cura que me crío le dije que la policía me estaba buscando por un crimen cometido y que necesitaba un lugar donde esconderme hasta que las cosas se solucionen.
Hablé con él y le dije que tan solo estaría dos días y que si me pedía en algún momento quedarme por más tiempo si gustaba, tomaría mis cosas y me largaría.
Él aceptó el trato y me confesó algo muy personal que les debo contar, sus palabras exactas, que hasta ahora recuerdo con asombro fueron:

“Es difícil para mí decirte que puedes quedarte, pues como cura debería botarte, pero debido a que soy tu padre solo me queda amarte.
He guardado esto durante años y jamás imaginé que una situación como esta me obligará a decírtelo.
Tú, Daniel, no fuiste un hijo que yo recogí de la calle, pues yo cometí el pecado de faltarle a Dios procreándote, y al no poder aceptar mi falta ante la iglesia ni ante el pueblo decidí matar a tu madre y anunciar tu crianza ante el pueblo como si fueras un hijo de nadie.
Pero tú jamás podrás negar que mi amor si fue de padre.”


En es momento yo tomé mis cosas y me fui de regreso a la ciudad.
En consecuencia a mis fracasos tan constantes, uno tras otro, terminé entregándome a la policía asumiendo que mi vida no importaba porque lo había perdido todo, desde lo moral hasta lo material, y decidí que mi final sería el pudrirme en la cárcel como la nada que siempre tuve y fui.

Daniel está viviendo su cadena perpetua, recordando con remordimiento su vida, sin saborear los últimos años que le quedan, tan solo sentado esperando que la muerte toque su celda.

jueves, 22 de octubre de 2009

La herencia del rey Carlos III

Veo en tus ojos la furia de los dioses puesta en acción, veo en tu humilde imagen la habilidad para crear temor en los más terribles adversarios.
Buscas tener un imperio libre de esclavitud, capaz de levantarse de manera independiente contra todas las posibilidades, buscas encontrar paz mediante muerte a los más despiadados gobernantes de los lejanos reinos, buscas guiar a tu gente a lo que sería tu autoproclamación a rey y las formas de hacerte ver ante los demás como algo más que un humilde soldado, esclavo de la guerra y de la ineptitud.
Detesto decirte que esto que buscas con tanto añoro te es imposible de conseguir, pues soy yo el que lo poseo, Soy yo quien durante años a puesto sus manos al fuego para luchar con el consejo y darle un equilibrio a este reino, soy yo quien a puesto el coraje para evitar el desdoblamiento de mi pueblo, déjame aclararte que te mandé llamar para decirte que estos esfuerzos jamás han sido en vano y a pesar de que mi pueblo cuestiona la autoridad y las acciones verdaderas del rey, soy yo mismo el que te informa a ti humilde soldado, que hice lo imposible para llegar hasta aquí.
Te digo también que es hora ya de dejar mi legado pues este rey dejará de gobernar al término de las cosechas de primavera.
Eres un ser valiente, corajudo y constante, déjame decirte que me haces recordar a mí cuando comencé a comandar mi primer grupo en vías de nuestra primera rebelión ante el consejo, lo que nos llevó a proclamarme como rey y compartir el gobierno y equilibrar nuestro mundo.
Es raro que converse esto contigo, ¿verdad?, te preguntarás porque demonios el rey se desfoga con un humilde soldado, cuando bien podría estarle dictando las órdenes del próximo gobierno al príncipe. Ese hombre nunca me convenció, un afeminado bueno para nada que se jacta con los esclavos de su superioridad cuando siempre ha sido desmerecido, me duele tener un hijo tan inepto y me parece que es el menos indicado para tomar mi lugar.
Tú en cambio soldado sin ser un general o un comandante, has demostrado tu fe valentía y coraje en todas las batallas que luchaste a mi lado, eres un ser de raza indomable y tu linaje más puro que la de los fantasiosos unicornios, me sacan de las dudas que desde tu niñez tuve, eres mi hijo Ignacio, y es ahora luego de tantas luchas y batallas que me doy cuentas que tu eres el indicado para heredar el trono eres tal como yo a tu edad, lleno de vida y de ambición, buscando un pueblo que te ame y que sabes que a tu lado encontrara la absoluta libertad.
Por preocuparme de cuidarte a ti olvide al hijo que tuve con la reina Aída, es por eso que el consejo aprovecho en apoderarse de mi hijo e influenciarlo en sus leyes políticas, y el buscando el poder para poner a todos en mi contra pues siempre me está deseando un final peor que la muerte, es por eso que antes que acaben conmigo te heredare mi imperio.
Ahora Ignacio en el final del último día de primavera tu serás nombrado bajo ley, el nuevo rey de el imperio.
Pues el pueblo busca libertad completa.
Y tu superioridad ante mí, me deja seguro que dejo en buenas manos mis raíces y se que gobernarás y tomarás las decisiones tal como yo las tomaría.
Tendrás en este pueblo un arma poderosa para salir adelante desde las sombras.
Tal como tu vida y la mía.

Al final de la primavera Ignacio tomó las riendas del gobierno, el consejo no pudo hacer nada para detener la sorpresiva decisión tomada por el rey.
Poner al mando a un soldado al que nadie le importaría ni su muerte.
El príncipe fue desterrado y luego de varios años cada miembro del consejo fue ahorcado.
Órdenes del rey Ignacio dejaron claros los propósitos del rey Carlos III.
El pueblo fue próspero y la libertad fue la única razón de unidad en esta historia.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El Alcalde

Por las noches voy a ver trenes a la estación, no es que sea loco lo que sucede es que tengo distintas formas de disfrutar la vida y divertirme de una manera poco común.
Es tan solo que veo las cosas de manera distinta.
Siempre cuidando mi imagen pues soy una persona muy importante, no me hago notar jamás, no me gusta alardear ni hacer públicas las cosas que me pasen, además es necesario para mí.
Una vez me fui a comprar un rifle a una zona alejada de la ciudad, y me fui con esta a un parque muy conocido, comencé a jugar un juego que constaba de apuntar sutilmente el rifle (¡y vamos esta era un arma que una persona normal podía distinguir de un juguete!) a la frente de las personas que pasaban cerca de la banca en la que me encontraba sentado con una sonrisa dibujada en mi rostro, durante un buen rato las personas que pasaban por mi lado me miraban, y a pesar de sus gestos de “¿qué diablos haces?”, pasaban de largo, me ignoraban y hacían como si no les importaba, yo creo que entendieron el juego.
Lo extraño fue que al pasar el rato en la banca un hombre pasó por mi lado, se me acercó y me dijo que le ponía muy nervioso que le apunte con el rifle, pensé que mi silencio demostraba mi intención, y me mantuve apuntándole con la misma sonrisa dibujada en mi rostro, el hombre furioso como un toro, sin tampoco decir nada se me acercó e intentó golpearme.
Es aquí donde comienzo a darle vida a esta historia, o bueno… más bien dicho le di muerte, porque le disparé a aquel hombre. Para mi suerte el hombre intentó golpearme en un momento premeditado porque no había nadie cerca que pueda intervenir o escuchar lo sucedido, soy un hombre de mucha suerte (risas), fue en ese momento en el cual comprendí que mi juego había acabado, no me malinterpreten no estoy loco, aunque bueno luego de esto tendrán sus dudas, me dispuse a cargar en hombros al hombre y llevarlo a mi auto, el hombre si que pesaba pues me parece que el peso muerto le da valor agregado, cuando llegué al auto lo senté en la parte de adelante como si fuese un cansado acompañante, y esperé hasta media noche y lo llevé a la vieja estación de trenes, bajé al hombre del auto y ¡demonios! el hombre este si que mancho mi auto, todo estaba lleno de sangre, gracias al cielo soy un hombre muy rico y un coleccionista de autos empedernido, así que un auto más o un auto menos no me importaba nada.
Pero bueno como iba diciendo al bajarlo del auto lo até al riel del ferrocarril, me paré y me di media vuelta de regreso a casa.
Es extraño pues jamás sentí ningún tipo de remordimiento ni preocupación en sobre quien diablos era esa persona, en que trabajaba o si tenía dinero o familia, creo que es debido a la inmunidad que tengo en esta maldita ciudad que me pertenece, o a la locura de la que dicen que sufro.
Solo sé que regreso a casa con la misma sonrisa con la que comencé a jugar.
Esa fue una de mis tantas historias.

El tren de medianoche pasó con una velocidad increíble y sin sentir el tropiezo ni ser advertido de la presencia del cuerpo, paso por encima de este triturándolo y dispersando sus extremidades por todas partes que salieron disparadas, tal como la bala del rifle.
El hombre acabó en pedazos pudriéndose en la vieja estación de trenes la cual no fue visitada de nuevo por El Alcalde.

La felicidad de Don Gustavo

Hoy como todos los días me levanto a escuchar música, saco mis discos de los ‘50 y me siento en la mecedora por un poco de distracción, un viejo como yo a estas alturas no puede hacer lo mismo que los chicos de hoy, así que entendido esto me resigno a esperar a mi nieto con el almuerzo todos los días.
La verdad me gusta que sea así.
Mi cuerpo cada vez funciona peor y me duelen partes que no sabía que existían, y el doctor ahora se ha convertido en uno de mis mejores compañeros.
Mi mujer murió hace varios años un día cercano al cumpleaños de mi hijo menor, nadie tuvo la intención de celebrarlo, en cambio buscamos ver como hacer para que una mujer tan buena y sensible sea sepultada de la mejor manera, juntamos gran cantidad de dinero y le dimos a la mejor madre y esposa el homenaje merecido, en ese tiempo mi menor hijo tenía 17 años próximo a los 18, sus amigos lo apoyaron mucho, vinieron a casa por su cumpleaños y le dieron una sorpresa que el recibió de manera respetuosa y aunque no había alegría en su corazón entendió que más que todo era por aceptar apoyo de gente que lo quería mucho.
Es hoy y todos los días que yo lo espero a él un hombre maduro, exitoso, casado y con un hijo precioso, inteligente y muy servicial, siempre buscando que favor hacerme o como hacerme sonreír.
Siempre le cuento historias en las tardes a mi nieto y encuentra muy interesante la vida que les doy a los personajes más ficticios del universo, luchando contra fuerzas ineludibles, pero bueno esa es otra historia.
Él está por llegar a casa, como les dije me traerá algo de comer, vivo en el tercer piso de una casa muy bonita en San Isidro, y su madre, una perfecta ama de casa, debe haber preparado algo excelente de comer, como ya nos tiene acostumbrados a todos. Ella me hace recordar mucho a María, mi esposa, siempre espera a su hombre hasta tarde, a pesar de que le pese mucho pues mi hijo es un hombre muy trabajador, pero ella constantemente lo ayuda, lo espera con la cena y comen juntos, con eso me doy cuenta que él supo elegir a su mujer, María nunca fue sólo una chica preciosa sino una mujer de gran corazón.
Tengo la alegría de haber formado bien a Pablo pues ahora mi familia es excelente y aunque estoy solo la mayoría del tiempo, siempre sé que estoy respaldado por mis hijos y estoy seguro en esta casa.
Mis otros dos hijos están en Europa, Mateo, que está en París haciendo vibrar a la gente con sus pinturas y Laurita contando las horas para viajar a Japón desde Lisboa para estrenar su nueva línea de ropa.
Siempre me mandan dinero y cubren todos mis gastos, como les dije no tengo nada de que quejarme.
Hace dos meses fui a ver al Dr. Ichikawa a la clínica y me invitó a tomar un café me dijo que había encontrado un tumor en mi cerebro que crecía muy rápidamente y que me quedaba muy poco tiempo de vida.
Me comentó que se podía llevar a cabo una operación, yo le dije al doctor que él y yo sabíamos que a mi edad esa operación iba a ser el doble de riesgosa de lo que sería para una persona joven y que yo había disfrutado mucho mi vida y si ya había llegado el momento de juntarme con mi esposa María yo feliz de partir.
Le pedí que no le comente esto a nadie, no quiero que mis hijos se preocupen por algo que ya no tiene remedio.
Hoy como todos los días me levanté para escuchar música pero sabía que serían mis últimas canciones.
Siento mucha pena por Pedrito porque el será el primero en presenciarlo, al parecer es verdad cuando dicen que uno presiente el momento exacto de su muerte.
Yo solamente agradezco a Dios por haberme hecho tan feliz y dejarme disfrutar esta parte de mi vida.

Cuando Pedro abrió la puerta del departamento de su abuelo dispuesto a escuchar una nueva y emocionante historia, se acercó a la mecedora con el plato de comida para él y cuando se dio cuenta que su mirada no reflejaba gestos, tan solo frialdad, soltó el plato y llorando en silencio entendió lo que sucedía, él sólo atinó a tomarle la mano de rodillas al costado de la vieja mecedora.
Ese día el señor Gustavo se juntó con María en el cielo como el tanto anhelaba.
Recuerdos solo quedaban de una vida tan gratificante.

martes, 20 de octubre de 2009

El Resto

Al paso que voy, llegaré a decidir que en un momento dado dejaré las cosas que tengo y me iré sin decir nada, sin contárselo ni al mejor de mis amigos, ni a nadie cercano a mí, es tan solo que cosas que trato de realizar continuamente se ven entorpecidas por mi incapacidad de hacerlas, sólo intento decir que una vez que tenga la oportunidad de hacerme con las mías, es decir, de conseguir aquello que de verdad deseo, sabré que en ese momento mis ideales se habrán acabado y mi falta de creatividad me impedirá darme una nueva oportunidad y a pesar de que suene como un hombre desalmado y con un desinterés verdaderamente inmenso por la vida no lo soy, soy tan solo un hombre de mala suerte que siempre anda desarreglado y divagando ideas que no sabe como expresar, no hay forma de que alcance conclusiones importantes o que alguien note algún talento en mí, nací sin virtudes, no desarrollé nada en mi vida y cuando más necesite a alguien jamás lo encontré, siempre he estado solo y eso dio como resultado un ser inservible.
No creo que algún día pueda alcanzar mi objetivo, es por eso que puedo aplazar mi ida, mi temor a la vida es inmenso, el solo pensar que voy a dar un gran salto me desespera, no tengo ánimos de hacer nada porque siento que no podría competir con nadie, las posibilidades simplemente no se me darán porque mi vida como esta ahora y como estará en el futuro siempre me incluirá en el sector al que llaman “el resto”.
Formo parte de una comunidad que lucha para salir de un hueco, pero malinterpreta este término porque lo que para mi es esfuerzo no significa nada a lo que debería ser en realidad.
Siempre me pregunto qué necesito para salir de aquí, si ya se cuales son mis defectos y lo que hago mal, creo que mi poca preocupación ha causado una costumbre y ha formado un estado corrupto en mi cuerpo, algo a lo que solo no me podré enfrentar, eso digo yo que influenciado por mi desidia y mi mala gana he completado una transformación a un ser que contiene todos los defectos.
Conozco todos los caminos, todos los escondites, todas las respuestas que mi estrecho mundo me deja, es decir que sigo llegando a la conclusión en la que no conozco nada y una vez mas hundido en mi pena lograré que el alcohol haga todo el trabajo para quemar mis tragedias y de nuevo despertaré en el lugar mas desconocido para mí, sin saber a donde ir y sin tener la mínima idea de cómo comenzar de nuevo mi día, tan solo debo comprender que el mundo está para los que nacieron con suerte y no para los “especímenes” que se esconden bajo las frías calles buscando una vida que no podrán tener, porque a decisión propia dejan de lado sus sueños para dedicarse a cosas que no están permitidas y que incrementa el mundo al que todos ellos y en especial yo pertenecemos ,“el resto”.
Es por eso que después de mis últimas conclusiones con las cuales comprendo que mi objetivo está por demás lo he pensado bien y realizare mi ultima acción, ser un chico de la calle nunca me funcionó, jamás salí de ese hueco pero no puedo quejarme pues jamás hice nada de lo que me enorgullezca para cambiarlo, sólo espero que entiendan que en el momento que comencé a decir esto presagie lo que seria mi ultima decisión y jamás solté el arma que con las manos sudadas tome al comenzar este relato, el relato de mi suicidio.
Y así, sin nada mas que aportar en este mundo, partiré.

Al ser jalado el gatillo por el hombre, una potente bala traspaso su garganta y el impacto le voló hasta los sesos, nadie escuchó nada, a nadie le importó la sangre derramada, ni la vida de un hombre que tan solo formo parte del resto.