Red Bull Music Academy Radio

viernes, 10 de diciembre de 2010

Indirectamente proporcional

No pretendía discutir las exclamaciones ni repercutir en las decisiones de los demás, pero al escuchar la falta de criterio, me pareció que lo más justo en ese instante era intervenir y cortar de raíz el problema que se hacía cada vez más fuerte.
Era intenso, la discusión se trasladaba a terrenos inhabitables por el raciocinio de los participantes de tan exuberante trifulca.
Se trataba de un hombre de paupérrimas condiciones, se notaba a leguas que no contaba con una buena vida, ni con apoyo de nadie y discutía con un señor de traje lujoso en medio de la calle.
¡Pero claro!, ustedes me dirán que como es que un desconocido para ambos se entrometa en donde no lo llaman, lamentablemente lo que ustedes piensen me importa un carajo y yo me atrevo a meter mis narices en donde a mi me dé la regalada gana.
En este caso peor aún, estaban pisoteando a este humilde hombre con frases que alteraban mi paciencia, el hombre rico y de “moderadas y refinadas costumbres” le sacaba en cara al “miserable” su realidad, cansado de escucharlo el hombre buscaba una pelea a puño limpio, incapaz de solucionar de mejor manera su problema debido a su escaso conocimiento por la diplomacia, aunque en este caso, y créanme, yo de pobre no tengo nada, le zamparía dos trompadas bien puestas en la cara al infeliz que amenaza con arrimarlo y exiliarlo de nuestra “sociedad en procesos de reconstrucción”.
Tuve que meterme, por Dios que lo tuve que hacer, y no para golpearlo sino para darle una lección de vida al pobre de corazón, de espíritu y de todo cuanto puedas imaginar.
Hoy en día las personas piensan que el dinero te vuelve inteligente, la verdad es que te da las facilidades, pero te tienes que esforzar bastante, aquel hombre jamás se asomó a verle la cara a este hombre que solo andaba en la calle ofreciendo unos ricos helados.
Los he probado, son bastante buenos, pero lamentablemente mi asquiento amigo no estaba de humor para aguantar pulgas, simplemente no lo quería ver.
¿Qué demonios se cree la gente para andar tratando de menos a los demás?, ¿En que es mejor el otro hombre si todo lo que tiene lo gana por que tiene lo material?
Francamente al hablar con el hombre le dejé en claro que el no es dueño de la ciudad y aprender a respetar a los demás es parte de quererse a uno mismo un poquito más.
Aquí en el Perú nadie se puede dar el lujo de mirar por encima a los demás, el dinero no te hace y el algunos casos te deshace, si sabes que tienes la posibilidad de ayudarte a ti mismo, es ahí donde ayudas a los demás, no tratando de dar lecciones de “clase” sino de categoría y humildad.
Por aquí andaban dos personas a las que se le denominan las dos cara de la moneda, dicen también que una es de oro y la otra no tiene valor alguno.
Ya queda en cada uno poder distinguir cual es cual y de que ese hombre que todos dicen que tiene calidad, por lo que hoy presencié no es más que un afortunado de la vida que no forjó nada más que desprecio y odio en su corazón.
Que terrible es ver gente así pero a la vez que satisfacción me da, el haber puesto en su lugar al que maltrato sin darle maltrato tan solo fue cuestión de ponerlo en su lugar.
Este hombre rojo como un tomate se trago sus palabras tomó sus cosas y se fue en un instante.
Yo aproveché en darle una mirada al mal afortunado que al verlo, a su lado presencie a un ángel, que me decía “gracias por hacer lo correcto”.
El hombre humilde nunca dio las gracias, no era su costumbre y no me lo esperaba, pero al menos es un hombre honesto e incapaz de hacer algo tan reprochable, luchador de la vida como nadie.
¿Si me preguntan a mí?, siempre te diré que la moneda de oro es el hombre que se desvive por ganarse la vida sin criticar a nadie.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Demencia inhumana

Entre a mi cuarto y vi a dos duendes fumando sobre mi escritorio, esperando ver mi rostro al presenciar su desvanecer, cambié de rumbo en dirección a la sala y un náufrago me pedía a gritos que alimente su espíritu con canciones de cuna, corrí a la cocina y un par de leones preparaban ensaladas para la cena de gala que se llevaría a cabo en casa de los miserables, todos juntos se unieron y me llevaron al baño para observar el nacimiento de los hijos de mi estrés, que al salir del vientre de mi soledad emprenderían una carrera hacia los campos de trigo sin esperar la puesta del sol.
Parece que es extraño, pero raro sería que esto no suceda, parece que cosas maravillosas pasan en mi casa y yo con orgullo cuento estas historias pretendiendo que alguien me escuche alguna vez y que en verdad se digne a dar una crítica de lo que pasa y lo que le parece.
Me gustaría saber que le pasa a la gente cuando oye esto, me gustaría que lo piensen siquiera un momento, porque me es un tanto aburrido imaginar todo esto, tanto así que si supieran que miento, me encerrarían por loco, tal vez me matarían… pero tal vez no.
Quizá todo lo que digo cobre sentido cuando ellos entren en trance conmigo, que compartan estos minutos, estos simples dos minutos en donde todo es tan cierto, y no me vean raro cuando inevitablemente los duendes, leones y demás desaparecen.
Ellos creen que yo juego, que mi trance es solo parte de un destello, que alboroto mis sentidos al ver una luz que ciega mi saber.
Como verme normal, como congeniar con ellos, como salir de este hueco que me separa de los buenos, si es que lo son.
La verdad quiero estar de ese lado, o seré igual que ayer y llegaré a la mima reflexión, la reflexión en la cual me refiero a la locura como un don que me aleja de los ajenos, de los injustos y los serenos.
Aquel “mal” que me separa de las personas que esperan algo más al darlo todo, que se rebelan ante sus propias decisiones y que no se atreven a ver las cosas mas que de la manera sombría.
Eso es lo que me asienta en mi mundo, en donde nadie me envenena, nadie me corrompe ni condena, soy libre por ser un loco sin pasiones, soy libre por tan solo dejar de un lado tus frías emociones, me desvanezco en un mundo donde tengo relaciones con magos esperanzados en que cambies los tambores por finas flautas, que dulces con el viento, sepan calmar las situaciones.
Soy duro por la vida, por mis historias y propias tonterías, duro como una roca, como el hundimiento de una broca a la velocidad de un cuento contado en el convento directo al corazón del que salen tus lamentos, ¡pero oye yo también soy frágil, sí que lo soy! Pero no tanto como tu cabrón, que te emocionas cuando el dinero suena campaneando y una canción que irresistiblemente te mueve la mente y que disipa las dudas, que te vuelve un demente y que haces lo que sea… hasta los trabajos más sucios del submundo por traerlo hacia ti.
Sí mi amigo, tú eres fácil de convencer, fácil de llevar, pero tan difícil de amar, y sin medida al lograrlo lo harás porque a ti nadie te niega tu felicidad, eso es algo tuyo nada más, común en ti y tal vez en los demás… como tú, no como yo.
Sabes bien que no entro en tu mundo, a mí no me aman ni me llevan ni me convencen, yo no tengo amigos como tú, lo que yo tengo es mucha imaginación que me sirve a la hora en que mi soledad me lo pide, en la que me obliga a disfrazarme de todo lo que desee, en un mono, en un cura, en un loco o hasta un consejero que puede darte una lección.
Tú humano, eres muy malo y al fin me di cuenta que no te quiero meter en mi vida y no quiero que me escuches, ni que me interpretes, me di cuenta también de que no tienes nada de imaginación porque de tenerla mi hermano, nuestro mundo hoy andaría mejor, yo no estaría tronado ni tú librando una guerra interior, en la que a propósito matas gente inocente que ves a tu alrededor.
Me cansé de tus pocas virtudes y tú sentido de superioridad, me cansé de que al final siempre corras para ver a mamá, como te digo nadie a mí me acompaña en mi soledad pero sé que solo me valgo más, que acompañado por muchos que dañan a los demás.
Prefiero vivir con aquellos duendes, los leones y el náufrago que me pide aquella canción que contigo un día más de destrucción.
Solo tu alma y frágil mente es lo que nos separa por esta vida y eternamente.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Carta extraviada en el cofre personal

Comprendo varias cosas que a diario suceden a gente extraña y tratando de ser fiel a mis movimientos trato de aplicarlo en la atmósfera de mi vida, es difícil, capaz que no somos justos a la hora de vender nuestras intimidades y de tratar de realizar con convicción lo que vamos predicando como verdaderos creyentes de nuestra palabra, me pasa a mí y también sé que te pasa a ti, es normal, no te aflijas. Muchas veces encontraba en ti palabras que calmaban mis recuerdos y aunque afligido por malas pasadas que me iba jugando la vida por cada paso en falso que daba sentía esa atracción atroz hacía a ti. No puede ser, sencillamente tu no deberías atraerme, lamentablemente esa noche sentí tan poca cordura con las cosas que no evite decir lo que me pasaba cada vez que escuchaba tu voz. Soy culpable, lo admito, lo que no puedo aceptar es que esta locura de jugar a las cosas imposibles entre en mí y así sin más se quiera quedar. Lo siento pero ya dejé de controlarlo hace un rato y se convierte en un dolor disfrazado de amor.
Tal vez en otro mundo, tal vez en otro contexto y tal vez en otro momento, ahora no.
A pesar que sé que la conexión de mi mundo y el tuyo es más difícil de juntar por razones tan extrañas que pone en juego este camino sinuoso y lleno de trampas que es la vida.
He pensado en arriesgarme y andar por ahí diciendo lo que me pasa, pero es que todo es tan complejo. Conversar contigo fue el remedio espiritual que vengo buscando desde hace mucho tiempo, hablar de nuestras penas y desilusiones, fue más perfecto cuando concordaba cada palabra que decíamos y nos conectábamos vía el poder del pensamiento. Odio decirlo pero somos más parecidos que comparar estas mentes no nos vendría mal. Ciertamente no estoy en tu lista y aunque pasamos por el proceso de “reconstrucción del corazón” no voy a negar que me la pegue pensando en ti desde ese momento que nos vimos.
Horas me faltaron y sueño no me daba, fue tan divertido y a la vez extraño, cada segundo la culpa se me extraviaba en frases de resurrección. Vacilaba al intentar recurrir a la razón pues me encontraba sumergido en un océano, ahogándome en una tempestad ocasionada por equivocaciones demasiado terribles que protagonizaba mi corazón.
Pocas veces una persona me ha dicho en mi cara mi verdad, una persona que se haya atrevido a decirme cosas que imaginaban ciertas y que sin temor a equivocarse acabaran por definir mi situación y mis carencias de manera absoluta, no bromeo, han sido pocas personas, pocas veces. Tanto así, que pensé que ese grupo de personas tan eficaces y sinceras ya se habían extinguido, fue increíble porque la última persona que lo hizo me atrapó de tal manera que terminé enamorado, suena sacado y podrá ser pura fantasía pero ¿qué hago yo?, ya expliqué que dejé de tener el control remoto de esta televisión y solo me he sentado a ver lo que sucede inclinado a disfrutar lo que viene, sea lo que sea.
Agradezco que hayas abierto tu corazón y me hayas dado esa confianza que me permitió devolvértela sin pensarlo, lamento si no soy oportuno o digo algo que te atormente, mi sinceridad será mi respaldo.
No tengo mucho más que decir, tan solo agradecerte una vez más por esa noche, por dejarme volver a creer en mí mismo, por recordarme que el pasado no cambia y que los remordimientos son absurdos. La vida trata de seguir adelante y que yo mis mismo haga de ella lo que sea que quiera y que sea lo mejor para mí.
Las heridas de alguna manera sanan y que bueno es saber que tengo a alguien que me lo puede recordar sin tener miedo a decir algo que duela en verdad.
Las palabras escritas aquí pueden significar mucho pero la verdad el pequeño mensaje de todo esto es lo que cuenta.
El momento de encontrarte llegará.

martes, 10 de agosto de 2010

Escapando hacia el infierno

La pérdida de mi querida familia me ha obligado a comenzar de nuevo, debo viajar al sur a encontrarme a mí mismo y a mi retorno espero encontrar todo como estaba, a pesar de pedir demasiado pues mi casa ha quedado en llamas luego del accidente. Me siento culpable pues a pesar de no tener la menor idea de cómo me salvé de lo acontecido hoy me encuentro en un viaje rumbo a mi nuevo e inesperado destino.

- Amor ven, debes verla, es muy bonita y la vista al mar desde aquí es preciosa- dijo Alberto hablando por teléfono con Ursula- ¿quieres que te pase a recoger del trabajo?
- No amor yo misma iré a verla esta tarde, tengo una lista de clientes que no puedo dejar de visitar, te veo en casa esta noche a ver si nos damos un saltito, ¿está bien?- hablaba Ursula apurada.
- Listo amor entonces dejo esto para más tarde y ya venimos juntos, nos vemos.
Al parecer estaba muy ocupada en ese momento y yo no sería capaz de entorpecer su trabajo, así que sin vuelta que darle arranque mi carro y me fui a encontrarme con Roberto Gonzáles a tomarnos el vinito respectivo que me debía de aquel jueves que fue mi cumpleaños y que lamentablemente aportó a mi alegría con su inasistencia. Al día siguiente de mi cumpleaños me llamó para hacerme saber su pena y dolor y que se sentía en deuda conmigo. Yo sin oponerme acepté la propuesta de ir por un buen vinito, pero eso sí nada me quitaba de la cabeza la idea de llegar temprano a casa a ver a mi mujer para enseñarle lo que sería nuestro futuro, y es que con el paso de mi matrimonio las puertas se nos han ido abriendo unas a otras día a día. Y la primera alegría está por venir, compraremos una casa grande en donde pueda vivir Mateo, nuestro único hijo, es hora de que aprendamos más a ser familia y creo que este es el momento, además cosas grandes traen cosas mejores y eso es lo que espero de esta nueva experiencia.

Las tierras del sur son del todo frías, escalofriantes y causan temor en el que las pisa. He venido a un campamento de refugiados a tratar de apagar toda mi culpabilidad, siento que me desenganché de mí mismo desde el incidente, yo tan solo quiero volver a ser parte de mí. Desde que mi viaje comenzó, al salir de casa no he hablado con nadie, nadie quiere voltear si quiera a mirarme, es como si supiesen todo lo sucedido y me saquen del juego instantáneamente. La hora de reconstruir mi pasado regresará, estoy seguro, y cuando el momento llegue me encontraré de nuevo con todos aquellos que fueron míos y ahora no son de nadie.

Sara Torrado era una mujer joven y apasionada, la conocí aquel jueves que fui con Roberto a tomar un vino, ella miró a mi compañero y no dudó en acercarse a él de un modo provocador tal, que solo las mujeres más sensuales podían mostrar, él se mostró seguro de sí y respondió con una sonrisa respetuosa, lo que le gustó mucho a Sara que enseguida se sintió enamorada otra vez luego de salir de una larga y fuerte relación con un hombre adicto a las drogas al que tuvo que dejar. Ella se nos acercó y nos preguntó nuestros nombres, Roberto sin pensarlo le arrimó una silla y la invitó a sentarse en nuestra mesa, nosotros respondimos con cordialidad y Roberto de un momento a otro me miró como diciendo: “Ella es la chica de mis sueños”. Nos quedamos buen rato conversando, pero antes de pasar a retirarme y dejar que todo fluya y siga su curso normal comenté que había visto una casa nueva y preciosa cerca de Larcomar y que estaba ansioso porque Úrsula y Mateito la vieran, tenía que llegar a casa pronto para poder llevar a Úrsula a que vea la casa junto conmigo y el corredor que me estaba ofreciendo a mí y a mi familia esta oportunidad imperdible.

Los silbidos de los pajarillos que suenan en la mañana no hacen más que entorpecer el sueño en este maldito campamento, yo deseoso de convencerme a mí mismo de que la gente no conspira en mi contra ni tampoco quiere dejarme a un lado, sencillamente no parece tan simple una vez que uno vive todo lo que puede suceder. En todo mi tiempo aquí me he dado cuenta de que ellos no se hablan tampoco y esto es un mar silencioso, un lugar totalmente apaciguado. Me di cuenta que los malos tratos que yo percibía hacia mí eran solo visiones, porque esta gente no se reconoce siquiera entre ellos. Dan aún, sin reservarse, la mayor pena que nunca jamás he visto, son personas que no tienen coraje y al igual que yo, se muestran poco deseosos de vivir o tal vez sea como una rara especie de ansiedad que para mí es indescifrable. No me preocupa nada aún, pues me he dado cuenta que la soledad desde que llegué aquí me sienta bien y por lo pronto no tengo deseos de regresar y emprender de nuevo y largo viaje, esta vez hacía las calurosas tierras del norte.

- Mi amor disculpa la tardanza es que estoy tan emocionado que me quede contándole a Roberto todo lo que me pasó hoy, ¿estás lista?- hablaba Alberto desesperado dando a notar su ansiedad y sus pocas ganas de llegar tarde con el corredor.
- Sí amor y Mateito justito ya se acaba de quedar dormido.
Suena el timbre de la casa y Úrsula se acercó a abrir.
- Debe ser la señora Isabela amor, yo voy- dijo mientras hacía pasar a la anciana.
- Señora Ursulita, ¿creo que llegue justo a tiempo verdad?- hablaba sonriente.
- Sí Isabela, pasa a la sala nomás nosotros ya venimos, si se levanta Mateito tienes que correr a ver si está bien, ha estado intranquilo estos últimos días, como esperando algo yo no sé qué- dijo algo nerviosa Úrsula.
- Está bien señora vayan con cuidado.
Llevé a mi mujer hasta la puerta de una casona vieja, al lado de la casa de la que he estuve hablando antes para que se emocionara con el cambio, traté de hacerle una pequeña broma hasta que me di cuenta de que no le hizo nada de gracia. Luego de eso decidí estacionar en el lugar correcto mi auto y justo en aquel momento llegaba Tulio, el hombre que nos ofrecía esta casa con un moño encima, porque la verdad estaba de regalo. Me gustaba mucho emocionarme por esto, sobre todo porque tengo planeado ampliar la familia con un hijo más y por qué no, un gran perro, sí… eso era lo que yo había estado deseando desde que comencé a darme cuenta que la casa con Mateo nos quedaba algo corta y fui tratando de ampliar nuestros horizontes y viendo nuevas oportunidades. Fue ahí que al bajar del carro el señor Tulio Matos nos pasó la voz muy cordialmente y nos invitó rápidamente a entrar a la casa, azuzándonos en la idea de comprarla lo más pronto posible, intensificando mis ya existentes ganas, que yo ansioso esperaba que se comiencen a compartir con los nuevos sueños de mi esposa.

La espesa neblina, me obligaba a apartarme de aquel lugar, los indeseable residuos de la gente y los insectos que permanecían cerca de ellos no generaban en mí más que intolerancia y cada vez me convencía a mí mismo de que este no era el lugar idóneo para mí, debía volver y tomar por sentado el hecho de a pesar de estar solo debía recuperar lo que era mío y hacerlo florecer bajo mis nuevas y propias reglas, sin la ayuda de nadie me debería volver en un siniestro capturador de realidad furtivo y velar porque esa casa vuelva a ser lo que en un principio fue. Propia de los Hadzich, la familia que le dio poder a todo ese maldito pueblo de indios, a los que les tuvimos que arrebatar esas tierras y pasar de generación en generación manteniéndolas entre los lugares más ricos y populares de la región. Ya ha pasado buen tiempo y ahora que me siento renovado y mis deseos de alejarme de esta maldita putrefacción son cada vez más intensos. Si no me equivoco ya debe haber pasado una cantidad de tiempo considerable, pero desgraciadamente no tengo la menor idea de porque siento como si ahora el tiempo no fuese otra cosa más que un elemento que no interesa, como si no existiera, como si en realidad yo perteneciera a otra dimensión, que no me deja avanzar ni retroceder. Ahora que voy por encima de todo, no estoy seguro de cómo salí de esto, no sé ni cómo llegué a parar aquí, lo único que sé es que mi momento de regresar es tan cercano que ya no puede esperar más.

El señor Tulio Matos se encargo de introducir la casa de la mejor manera, habló de la perfecta reparación y rehabilitación de la casa luego de un accidente, el cual no explicó ni especificó, en ese momento no le tomé mucha importancia pero algo me decía que había algo más que no me contaba y su precisión y robotización me hacían pensar que él se veía desesperado en vender esta casona que hasta hizo una gran inversión para poder observar los resultados de lo que pudiese suceder a los próximos propietarios.
Al salir de la casa mi esposa estaba tan contenta y extasiada con la casa que fue corriendo al auto para tener una seria conversación conmigo, pero algo me detuvo, sin pensarlo miré hacia arriba y sentí como un golpe frío me atacaba sin razón, era una corazonada. Perdí la noción de todo por un rato y sin darme cuenta me acerqué donde Tulio a conversar.
- Hay algo de la casa que no me cuentas, ¿verdad?- pregunté mirándolo fijamente a los ojos.
Una fuerte inseguridad en mí invadió mi cuerpo y me desanimó a comprar la casa, no podía dejar de sentir este inexplicable miedo que me carcomía poco la paciencia.
- Señor Guerra no me crea capaza de eso jamás, los detalles de la casa se le dieron perfectamente, yo dije lo que me mandaron a decir de esta casa y aquí estamos, usted y yo dando los últimos pasos para esta compra satisfactoria para ambos, ¿cierto?- Tulio comenzaba a llenarse de sudor, era un sudor asqueroso propio de un gordo de su calaña, ambicioso y lleno de mentiras destripadoras.
- Está bien, ahora regreso- Alberto se dirigió al auto a halar con su esposa de lo sucedido, al parecer ahora ya estaba convencido de que no la compraría- Amor… y bueno, ¿qué tal te pareció?- dijo Alberto en tono temeroso.
- Ay amor esto está precioso, cómprala ahora mismo antes de que nos la quiten los buitres date prisa y ve a sellar ese trato- Hablaba muy segura de sí misma Úrsula.
Me acerqué sin otra opción dónde Tulio, pues mi esposa se veía muy ilusionada con todo esto y le pedí sellar el trato cuanto antes. Tulio saltó de felicidad y fue a traer los papeles de inmediato a su auto, lo acompañamos de nuevo a la sala de la casa y a la hora de sellar y firmar el contrato, escuche un fuerte golpe de la puerta del sótano. Grité asustado y mi esposa me abrazó. Tulio nos miró, tomó los papeles, se despidió de nosotros rápidamente y salió despavorido del lugar. Que otra opción me quedaba algo no olía nada bien en este lugar y me quedé sin opciones al final. Así fue como pasó el tiempo, me mudé y mi esposa me dio la gran noticia de que una niña venía en camino, le pondríamos Camila y las cosas cambiarían para peor de ahora en adelante, debido a mis malos presentimientos y el peligro que cada día yo sentía más cercano.

Qué mal que al regresar me di cuenta de algo de lo cual no me había percatado. Estoy muerto, desaparecido y estoy desintonizado de toda esta maldita dimensión que me ha quitado todo, estoy perdido y lo peor es que no solo me arrebataron mi vida sino que se apoderaron de todo lo que era mío. He tratado de botarlos de aquí, pero el hombre que ha adquirido la posesión de mi casa no se atreve a aceptar mi presencia ni mis pocas ganas de sentirlo cerca de todo lo que era mío, les di señales pero lamentablemente agotaron mi paciencia y si no me pudieron abrir las puertas del cielo, esta alma en pena se vengará escapando y dejando de penar en vano en lugares donde es desmerecida su presencia, pero yo no me iré solo de ningún modo y de la forma en la que me fui ellos dejarán de existir, por tratar de usurpar esta parcela que siempre fue dominada por mi gente. He decidido volver a morir, pero esta vez me iré al infierno, al ver como estas almas nobles se calcinan al igual que antes se pudrió mi pobre cuerpo.

jueves, 27 de mayo de 2010

El asesinato de Florentino Balbuena

Capítulo I



Voy por encima de la pena, voy acabando una condena y teniendo frescos los recuerdos, mi mente ya se recupera. Hace cinco años conocí a Florentino Balbuena en una licorería, yo preguntaba por un buen coñac, pero no tenía ni la menor idea de cuál pedir, no sé mucho de tragos pero tengo muy buen gusto, eso sí. Florentino se me acercó y como sin dirigirme la palabra me dijo cual pedir, yo solo repetí lo que oí, quiero llevar un Martell Cordon Bleu, le agradecí al instante por salvarme del bochorno frente a mi acompañante, una linda mujer de aspecto muy provocativo, al parecer se dio cuenta de mis intenciones para la noche. Se presentó de inmediato y presentó también a su esposa, ellos compraron un vino bastante caro, Florentino me dejó su tarjeta a cambio de la mía, me aclaró ser un hombre de negocios y que me llamaría pronto para saber de mí. Al parecer tenía buen ojo para reconocer a las personas con potencial, pero qué sé yo, no le di mucha importancia, más preocupado estaba por pagar los mil dólares que costaba ese coñac, mi tarjeta de crédito salió chispeando.
Al salir me dirigí a mi departamento, antes de ir a la licorería había ido a un restaurant de carnes muy fino, Romina escogió el lugar, luego ya para terminar la noche en mi departamento disfrutamos del coñac y de lo aventurados que pudimos ser entre tragos aquella noche.
Era nuevo día y mientras despertaba me iba dando cuenta de que no recordaba mucho, Romina, la chica de cuerpo esbelto y de carita de ángel se había ido como si se tratase de algún encontrón pasajero. No lo voy a negar en realidad eso fue lo que busqué esa noche, además tuve a mi favor el conocer a este nuevo y enigmático amigo, Florentino Balbuena, que de alguna extraña manera recordaba impresionado, como si presintiese algo venidero.
No era de extrañarse que de Romina no supiera más, habían pasado ya más de dos semanas y no me atrevía a telefonearla ni ella a mí. No estaba preocupado ni mucho menos, pero bueno yo sabía que me la volvería a encontrar. No fue sino hasta el siguiente mes que volvimos a salir, pero esta vez solo tomamos un café y me dijo que la lleve de vuelta a su trabajo, al llegar dejó en claro que estaba saliendo con otra persona y que era algo que a pesar de no tener futuro le atraía mucho. No pregunté mucho y decidí despedirme de manera seca y cortante al dejarla y no le ofrecí nada.
El otro día fui de compras a Metro, se me antojó llenar mi refri de chelas, una clase de gustos barato que me gusta experimentar cada cierto tiempo para vivir a todo dar mi vida de soltero, unas cuantas chelas nunca pueden faltar. Ahí me encontré con el señor Balbuena, lo saludé cordialmente y le hice recordar lo agradecido que estaba por recomendarme aquel coñac, él feliz me dijo que me recordaba y que tenía planes para este fin de semana, una parrillada en casa de un amigo de infancia suyo y me dijo que estaba invitado. Sin opción a negarme acepté, pero traté de dar la excusa de que no tenía pareja, él sorprendido dijo:
- No se hable más, le diré a mi hija que tú la llevarás a la reunión- habló sonriendo.
A mí que no me gustan las citas a ciegas, pero aún así algo me decía que hacía bien aceptando, veía una amistad en él como la que hay entre un padre y su hijo. Luego de un rato en Metro y con la dirección de Carla y del señor Yllescas en el bolsillo de mi camisa, decidí caminar para ver algunos bocadillos para mi alacena, mientras mi caminata se iba dando vi conversando a Romina con el señor Balbuena, al parecer ella también lo recordaba y se lo encontró también, me pareció muy raro, pero no vivo haciendo acotaciones tontas.
Al llegar a mi departamento llamé a Carla para acordar todo, le dije que era amigo de su padre y ella me dijo que ya había oído hablar de mí un tiempo atrás, sin querer para ella yo ya era un conocido, asintió lo que le decía y aceptó ser recogida a las once de la mañana para no quedar mal con el señor Yllescas.
Ese sábado que aún recuerdo con mucha frivolidad, recogí a Carla a las once en punto como lo acordamos y mientras estábamos en el carro le pedí que me vaya contando cosas de su padre, ella resaltó que era un mujeriego de lo peor, pero que a su edad eso ya no le importaba, ella se manejaba sola y me contó también que su mamá vivía sola en Washington desde que ella tenía diez años, yo me asombré pues me pareció haberlo visto aquel día con su esposa, pero fui atando cabos sueltos mientras me contaba sus anécdotas.

Capítulo II



Al llegar estaba muy alegre, la hija del señor Balbuena resultó siendo una chica espectacular, era una hermosa chica de cabello castaño muy claro, ojos azules y piel bronceada. Aspecto que sacó obviamente a su madre, pues los ojos del seños Balbuena eran marrones, nada claros, y a pesar de lo blanco de su cabello se podía distinguir que había sido un tono más oscuro. Carla se mostró sumamente interesante durante todo el camino, quería que el señor Balbuena notase lo embobado que había quedado con su hija, pero al parecer el aún no había llegado. Saludé al señor Yllescas con un firme apretón de manos y le sonreí, él al verme al lado de Carla supo que venía departe del señor Balbuena, inmediatamente me devolvió el gesto y me dijo:
- Llámame Víctor hijo, Florentino habló muy bien de ti ayer en la reunión de la directiva, tiene algunos planes para ti- dijo orgulloso.
No entendía mucho de esto, el señor Balbuena apenas me conocía y se me hacía extraño que tuviese, desde ya, planes de trabajo para ambos. Víctor me advirtió de la presencia de su gran amigo Florentino en el estudio y yo de inmediato me excusé con Carla y con Víctor y decidí dar una vuelta por el estudio. Al llegar no pude evitar impresionarme con la escena, Florentino estaba besándose con Romina de una manera apasionada, feroz y a la vez asquerosamente con sabor a infidelidad. Hice un sonido con la garganta para dejar en claro que estaba presente y Florentino volteó con una sonrisa un tanto burlesca y Romina me vio inevitablemente sonrojada y desmoronada, al parecer no me esperaba ahí. Florentino me miró y me dijo ya sin reírse.
- Gastón, hasta que llegaste, quería hablar contigo de negocios, al parecer ya conoces una parte de él-regresando su gesto de risa- ¿Carla es linda no?
- De qué diablos habla, no entiendo ni un carajo de lo que está pasando acá- ataqué de inmediato.
- Tranquilo hijo, baja la guardia, no estamos haciendo nada malo, solo hemos hecho un simple cambió que te va a traer grandes beneficios- aclaró Florentino- digamos que has recibido una parte del pago por Romina- sonrió.
- ¿De qué mierda hablas viejo enfermo? ¿Romina tú qué haces con este huevón?- estaba perdiendo el control mientras Florentino se relajaba aún más.
- Esos no son los modales que tenías cuando te conocí- reclamó- mira todo es muy simple Gastón- comenzó a explicar Florentino- el día en que te conocí no eras lo único que llamó mi atención, te ayudé tratando de llevarme algo a cambió- cambió la mirada a Romina y acarició una de sus mejillas- es algo que hago muy a menudo, dar para recibir, pero sentí que debía darte algo más que una recomendación, es ahí donde entra mi hija- parecía divertirse.
Al parecer a este viejo le gustaba vivir una vida bohemia y algo abstracta, me estaba intercambiando a Romina, algo que al parecer yo estaba dispuesto a intercambiar luego de lo sucedido. Romina había perdido ese encanto que tenía desde el preciso instante en que la vi besando al horrendo señor Balbuena y si hija estaba como quería así que sin importar nada cambié mi expresión.
- Está bien, acepto el trato, puedes quedártela no me interesa- propuse sin mayor indecisión- tu hija me interesa, la encuentro muy atractiva y deseo quedarme con ella- dije ya creyéndome todo- a cambio tendrás a Romina, una chica que ya utilicé como quise- comencé a cambiar los papeles.
- ¡Perfecto!, todos ganamos- el gesto cambió para Florentino- durante la comida quiero que hablemos de negocios.
- Está bien, iré a ver a Carla- dije mientras salía de la habitación.
Para la hora de la comida nos sentamos en una gran mesa, todos disfrutando de la excelente selección de vinos y embutidos. A su vez disfrutaba convencidísimo del futuro de mi relación con Carla, hablándole despacito al oído, tratando de conquistarla de a pocos.

Capítulo III



Algo raro pasó en esos instantes, recibí un mensaje de texto que me obligo a salir de la sala comedor. Pedí permiso y lo recibí en la cocina donde me encontré con Romina, se acercó a decirme que era un perro por pensar así de ella, al perecer estaba muy preocupada por la conversación que había sostenido con Florentino. Yo no le presté atención, no me interesaba responderle nada, en realidad, solo quería ver el mensaje que recién me había llegado. Al leer el mensaje lo confundí con esos mensajes promocionales que manda la compañía de teléfonos, decía en letras grandes “NO SABES LO QUE TE ESPERA HOY”, no me esperaba nada parecido, ni sorpresas por parte de mi compañía, creo que eso era lo de menos. Al levantar la cara Romina estaba llorado y se dirigía al comedor. Decidí seguirla para que no ocasionara una escena como su carácter acostumbraba.
- ¿Romina qué pasa?- pregunté estúpidamente.
- ¡Ay Gastón no te hagas el idiota!- exclamó dándome un puñete a medias en el brazo- Tú te debías seguir muriendo por mí y así hubiésemos cagado a ese viejo de mierda para sacarle su plata.
- ¡Ah, mira que conspiración la tuya!, ahora te quedarás atada a ese viejo por perra, no tengo nada contra él, es más, su hija, como ya lo dije, me atrae mucho- volví a acotar.
- Te conozco Gastón, no quieres nada con esa chica, solo lo haces por joderme- dijo algo aturdida.
- ¿Tú me conoces?, hazme el favor y regresa por dónde viniste porque ahora yo soy un hombre de negocios- hablaba feliz, gozando mientras veía sufrir a Romina, tratando de imaginarme su terrible futuro atada a Florentino.
Fue entonces que escuchamos unos gritos en el comedor. Florentino que estaba sentado a la cabeza de la mesa, había caído desmayado. Cuando escuché el sonido estruendoso de su caída, corrí a ver lo que había sucedido y llegué en el preciso momento en el cual el señor Yllescas le tomaba el pulso con angustia afirmando que el señor Balbuena había sido envenenado para que su muerte sea dada como natural, pero el efecto del veneno era muy notorio. Al llegar los inspectores, policías, alerta médicas, se llevaron a Florentino y este se fue acompañado por Carla, yo la deje ir y le dije que trataría de resolver lo que había sucedido aquí, que se vaya a acompañar a su padre. Los inspectores dijeron que el portador del veneno podría ser cualquiera de los que participaron de la reunión, así que no la dejaron salir a nadie más. Aquí viene lo curioso, al revisarles a todos sobre si alguno de nosotros poseía el veneno o no, me lo encontraron a mí. Todos me miraron asombrados y los policías de un golpe me pusieron contra la pared y me arrestaron, miré a Romina, ella me había visto en la cocina, era la única que podía atestiguar a mi favor, al gritar su nombre ella se rió y se despidió guiñándome el ojo y mandándome un beso. Obviamente di a parar en la mugrosa cárcel.

Capítulo IV


Han pasado casi cinco años desde la muerte de Florentino Balbuena y nadie se ha acercado a visitarme, ni a criticarme siquiera, lo único que supe fue que Carla se aseguró que un abogado suyo me hundiera en la cárcel. El señor Yllescas le recomendó al mejor abogado de Lima. Yo sigo aquí esperando terminar mi condena, con la certeza de que la maldita boa constrictora de Romina Risco ha sido la causante de mi penosa situación, lo peor de todo es que no puedo siquiera dar argumentos a mi favor, porque sencillamente no los tengo. Al menos ayer me llamó Carla, me dijo que era urgente reunirnos. A veces la gente no piensa, creen que tengo opción, dentro de esta jaula me obligan a hacer lo que ellos quieren y bueno tampoco me negaría a verla, al fin y al cabo ella piensa que maté a su padre. Es más creo que ya llegó.
- Levántate que tienes visita- dijo el policía con un acento manipulador.
Yo me dirigí a la sala de reuniones personales con un aspecto desagradable, desde que entre a la cárcel decidí no cortarme el pelo ni rasurarme y eso ha causado efectos negativos en mi aspecto.
- Hola Gastón…- me miró Carla con un gesto raro.
- Oye sé lo que piensas Carla pero la verdad es que…- me cortó.
- Yo sé la verdad Gastón y lo siento mucho, no te debí inculpar a ti- pero no tenía opción.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?, no entiendo nada- me extrañé.
- La verdad es que yo estaba muy resentida con la vida que tuve y ya era hora de hacer pagar a ese viejo maldito- se rió- a pesar de que tuve que dejar algunas cosas a medio hacer, no podía dejar escapar esta oportunidad.
- Y yo culpando a Romina todo este tiempo, jamás debí dejarla irse de esa manera, no debí tratarla así, aunque todos cada cosa que recibimos lo tenemos bien merecido- afirmé.
- Tú lo has dicho Gastón, tú fuiste un patán, mi padre un mujeriego, Romina una perra y yo aunque nadie dirá nada para cambiarlo, maté a Florentino Balbuena. Nos vemos en veinte años, perdedor.
- El peor castigo te lo llevarás tu Carla- me adelanté- te vas a morir de la culpa, te va a carcomer y corroer la piel el verme aquí, pudriéndome en la cárcel- sonreí sabiendo que lo que yo tenía no era peor que lo que tenía Carla- Nos vemos en veinte años, si es que sigues viva.