La pérdida de mi querida familia me ha obligado a comenzar de nuevo, debo viajar al sur a encontrarme a mí mismo y a mi retorno espero encontrar todo como estaba, a pesar de pedir demasiado pues mi casa ha quedado en llamas luego del accidente. Me siento culpable pues a pesar de no tener la menor idea de cómo me salvé de lo acontecido hoy me encuentro en un viaje rumbo a mi nuevo e inesperado destino.
- Amor ven, debes verla, es muy bonita y la vista al mar desde aquí es preciosa- dijo Alberto hablando por teléfono con Ursula- ¿quieres que te pase a recoger del trabajo?
- No amor yo misma iré a verla esta tarde, tengo una lista de clientes que no puedo dejar de visitar, te veo en casa esta noche a ver si nos damos un saltito, ¿está bien?- hablaba Ursula apurada.
- Listo amor entonces dejo esto para más tarde y ya venimos juntos, nos vemos.
Al parecer estaba muy ocupada en ese momento y yo no sería capaz de entorpecer su trabajo, así que sin vuelta que darle arranque mi carro y me fui a encontrarme con Roberto Gonzáles a tomarnos el vinito respectivo que me debía de aquel jueves que fue mi cumpleaños y que lamentablemente aportó a mi alegría con su inasistencia. Al día siguiente de mi cumpleaños me llamó para hacerme saber su pena y dolor y que se sentía en deuda conmigo. Yo sin oponerme acepté la propuesta de ir por un buen vinito, pero eso sí nada me quitaba de la cabeza la idea de llegar temprano a casa a ver a mi mujer para enseñarle lo que sería nuestro futuro, y es que con el paso de mi matrimonio las puertas se nos han ido abriendo unas a otras día a día. Y la primera alegría está por venir, compraremos una casa grande en donde pueda vivir Mateo, nuestro único hijo, es hora de que aprendamos más a ser familia y creo que este es el momento, además cosas grandes traen cosas mejores y eso es lo que espero de esta nueva experiencia.
Las tierras del sur son del todo frías, escalofriantes y causan temor en el que las pisa. He venido a un campamento de refugiados a tratar de apagar toda mi culpabilidad, siento que me desenganché de mí mismo desde el incidente, yo tan solo quiero volver a ser parte de mí. Desde que mi viaje comenzó, al salir de casa no he hablado con nadie, nadie quiere voltear si quiera a mirarme, es como si supiesen todo lo sucedido y me saquen del juego instantáneamente. La hora de reconstruir mi pasado regresará, estoy seguro, y cuando el momento llegue me encontraré de nuevo con todos aquellos que fueron míos y ahora no son de nadie.
Sara Torrado era una mujer joven y apasionada, la conocí aquel jueves que fui con Roberto a tomar un vino, ella miró a mi compañero y no dudó en acercarse a él de un modo provocador tal, que solo las mujeres más sensuales podían mostrar, él se mostró seguro de sí y respondió con una sonrisa respetuosa, lo que le gustó mucho a Sara que enseguida se sintió enamorada otra vez luego de salir de una larga y fuerte relación con un hombre adicto a las drogas al que tuvo que dejar. Ella se nos acercó y nos preguntó nuestros nombres, Roberto sin pensarlo le arrimó una silla y la invitó a sentarse en nuestra mesa, nosotros respondimos con cordialidad y Roberto de un momento a otro me miró como diciendo: “Ella es la chica de mis sueños”. Nos quedamos buen rato conversando, pero antes de pasar a retirarme y dejar que todo fluya y siga su curso normal comenté que había visto una casa nueva y preciosa cerca de Larcomar y que estaba ansioso porque Úrsula y Mateito la vieran, tenía que llegar a casa pronto para poder llevar a Úrsula a que vea la casa junto conmigo y el corredor que me estaba ofreciendo a mí y a mi familia esta oportunidad imperdible.
Los silbidos de los pajarillos que suenan en la mañana no hacen más que entorpecer el sueño en este maldito campamento, yo deseoso de convencerme a mí mismo de que la gente no conspira en mi contra ni tampoco quiere dejarme a un lado, sencillamente no parece tan simple una vez que uno vive todo lo que puede suceder. En todo mi tiempo aquí me he dado cuenta de que ellos no se hablan tampoco y esto es un mar silencioso, un lugar totalmente apaciguado. Me di cuenta que los malos tratos que yo percibía hacia mí eran solo visiones, porque esta gente no se reconoce siquiera entre ellos. Dan aún, sin reservarse, la mayor pena que nunca jamás he visto, son personas que no tienen coraje y al igual que yo, se muestran poco deseosos de vivir o tal vez sea como una rara especie de ansiedad que para mí es indescifrable. No me preocupa nada aún, pues me he dado cuenta que la soledad desde que llegué aquí me sienta bien y por lo pronto no tengo deseos de regresar y emprender de nuevo y largo viaje, esta vez hacía las calurosas tierras del norte.
- Mi amor disculpa la tardanza es que estoy tan emocionado que me quede contándole a Roberto todo lo que me pasó hoy, ¿estás lista?- hablaba Alberto desesperado dando a notar su ansiedad y sus pocas ganas de llegar tarde con el corredor.
- Sí amor y Mateito justito ya se acaba de quedar dormido.
Suena el timbre de la casa y Úrsula se acercó a abrir.
- Debe ser la señora Isabela amor, yo voy- dijo mientras hacía pasar a la anciana.
- Señora Ursulita, ¿creo que llegue justo a tiempo verdad?- hablaba sonriente.
- Sí Isabela, pasa a la sala nomás nosotros ya venimos, si se levanta Mateito tienes que correr a ver si está bien, ha estado intranquilo estos últimos días, como esperando algo yo no sé qué- dijo algo nerviosa Úrsula.
- Está bien señora vayan con cuidado.
Llevé a mi mujer hasta la puerta de una casona vieja, al lado de la casa de la que he estuve hablando antes para que se emocionara con el cambio, traté de hacerle una pequeña broma hasta que me di cuenta de que no le hizo nada de gracia. Luego de eso decidí estacionar en el lugar correcto mi auto y justo en aquel momento llegaba Tulio, el hombre que nos ofrecía esta casa con un moño encima, porque la verdad estaba de regalo. Me gustaba mucho emocionarme por esto, sobre todo porque tengo planeado ampliar la familia con un hijo más y por qué no, un gran perro, sí… eso era lo que yo había estado deseando desde que comencé a darme cuenta que la casa con Mateo nos quedaba algo corta y fui tratando de ampliar nuestros horizontes y viendo nuevas oportunidades. Fue ahí que al bajar del carro el señor Tulio Matos nos pasó la voz muy cordialmente y nos invitó rápidamente a entrar a la casa, azuzándonos en la idea de comprarla lo más pronto posible, intensificando mis ya existentes ganas, que yo ansioso esperaba que se comiencen a compartir con los nuevos sueños de mi esposa.
La espesa neblina, me obligaba a apartarme de aquel lugar, los indeseable residuos de la gente y los insectos que permanecían cerca de ellos no generaban en mí más que intolerancia y cada vez me convencía a mí mismo de que este no era el lugar idóneo para mí, debía volver y tomar por sentado el hecho de a pesar de estar solo debía recuperar lo que era mío y hacerlo florecer bajo mis nuevas y propias reglas, sin la ayuda de nadie me debería volver en un siniestro capturador de realidad furtivo y velar porque esa casa vuelva a ser lo que en un principio fue. Propia de los Hadzich, la familia que le dio poder a todo ese maldito pueblo de indios, a los que les tuvimos que arrebatar esas tierras y pasar de generación en generación manteniéndolas entre los lugares más ricos y populares de la región. Ya ha pasado buen tiempo y ahora que me siento renovado y mis deseos de alejarme de esta maldita putrefacción son cada vez más intensos. Si no me equivoco ya debe haber pasado una cantidad de tiempo considerable, pero desgraciadamente no tengo la menor idea de porque siento como si ahora el tiempo no fuese otra cosa más que un elemento que no interesa, como si no existiera, como si en realidad yo perteneciera a otra dimensión, que no me deja avanzar ni retroceder. Ahora que voy por encima de todo, no estoy seguro de cómo salí de esto, no sé ni cómo llegué a parar aquí, lo único que sé es que mi momento de regresar es tan cercano que ya no puede esperar más.
El señor Tulio Matos se encargo de introducir la casa de la mejor manera, habló de la perfecta reparación y rehabilitación de la casa luego de un accidente, el cual no explicó ni especificó, en ese momento no le tomé mucha importancia pero algo me decía que había algo más que no me contaba y su precisión y robotización me hacían pensar que él se veía desesperado en vender esta casona que hasta hizo una gran inversión para poder observar los resultados de lo que pudiese suceder a los próximos propietarios.
Al salir de la casa mi esposa estaba tan contenta y extasiada con la casa que fue corriendo al auto para tener una seria conversación conmigo, pero algo me detuvo, sin pensarlo miré hacia arriba y sentí como un golpe frío me atacaba sin razón, era una corazonada. Perdí la noción de todo por un rato y sin darme cuenta me acerqué donde Tulio a conversar.
- Hay algo de la casa que no me cuentas, ¿verdad?- pregunté mirándolo fijamente a los ojos.
Una fuerte inseguridad en mí invadió mi cuerpo y me desanimó a comprar la casa, no podía dejar de sentir este inexplicable miedo que me carcomía poco la paciencia.
- Señor Guerra no me crea capaza de eso jamás, los detalles de la casa se le dieron perfectamente, yo dije lo que me mandaron a decir de esta casa y aquí estamos, usted y yo dando los últimos pasos para esta compra satisfactoria para ambos, ¿cierto?- Tulio comenzaba a llenarse de sudor, era un sudor asqueroso propio de un gordo de su calaña, ambicioso y lleno de mentiras destripadoras.
- Está bien, ahora regreso- Alberto se dirigió al auto a halar con su esposa de lo sucedido, al parecer ahora ya estaba convencido de que no la compraría- Amor… y bueno, ¿qué tal te pareció?- dijo Alberto en tono temeroso.
- Ay amor esto está precioso, cómprala ahora mismo antes de que nos la quiten los buitres date prisa y ve a sellar ese trato- Hablaba muy segura de sí misma Úrsula.
Me acerqué sin otra opción dónde Tulio, pues mi esposa se veía muy ilusionada con todo esto y le pedí sellar el trato cuanto antes. Tulio saltó de felicidad y fue a traer los papeles de inmediato a su auto, lo acompañamos de nuevo a la sala de la casa y a la hora de sellar y firmar el contrato, escuche un fuerte golpe de la puerta del sótano. Grité asustado y mi esposa me abrazó. Tulio nos miró, tomó los papeles, se despidió de nosotros rápidamente y salió despavorido del lugar. Que otra opción me quedaba algo no olía nada bien en este lugar y me quedé sin opciones al final. Así fue como pasó el tiempo, me mudé y mi esposa me dio la gran noticia de que una niña venía en camino, le pondríamos Camila y las cosas cambiarían para peor de ahora en adelante, debido a mis malos presentimientos y el peligro que cada día yo sentía más cercano.
Qué mal que al regresar me di cuenta de algo de lo cual no me había percatado. Estoy muerto, desaparecido y estoy desintonizado de toda esta maldita dimensión que me ha quitado todo, estoy perdido y lo peor es que no solo me arrebataron mi vida sino que se apoderaron de todo lo que era mío. He tratado de botarlos de aquí, pero el hombre que ha adquirido la posesión de mi casa no se atreve a aceptar mi presencia ni mis pocas ganas de sentirlo cerca de todo lo que era mío, les di señales pero lamentablemente agotaron mi paciencia y si no me pudieron abrir las puertas del cielo, esta alma en pena se vengará escapando y dejando de penar en vano en lugares donde es desmerecida su presencia, pero yo no me iré solo de ningún modo y de la forma en la que me fui ellos dejarán de existir, por tratar de usurpar esta parcela que siempre fue dominada por mi gente. He decidido volver a morir, pero esta vez me iré al infierno, al ver como estas almas nobles se calcinan al igual que antes se pudrió mi pobre cuerpo.
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