
Fuerza, cobardía; escapar o enfrentarme a todo.
Sólo un tonto podría quedarse a ver esta terrible masacre y humillación.
A vista de todos doy una imagen en la que sé que no sería real si existiera peligro.
Una bestia que no para de dar palizas a los más débiles buscando el reconocimiento general, es obvio que no para mi satisfacción es que me enviaron a esta extraña misión, pues he sido elegido para una lucha contra un ser que es para muchos aún, desconocido.
Esta podría ser una terrible bestia, capaz de desencadenar su furia contra un triste, pobre mentiroso, el cual acepto y no con orgullo ser.
Le han dado el nombre de un antiguo guerrero del cual me nombraron sucesor y del cual también sigo su doctrina hasta estos días, se hace llamar el “Scroux”.
Los guerreros en esta parte del reino son extremadamente fieros y despiadados, y ciertos mitos nos hacen conocidos en el mundo que habitamos como inmortales.
Cada guerrero destacado, al término de sus entrenamientos básicos recibe un nombre nuevo que es otorgado por el mismo rey, y a pesar de que no pertenezco a la dinastía o poseo un linaje de sangre pura, mis abusos, mentiras y el hecho de aprovechar mis oportunidades acabando y dando muerte a los guerreros de reputación cuestionada y que no cuentan con mucha habilidad, fui erróneamente nombrado como “Life-crusher”.
En la cima de los montes más altos al noroeste del reino, una zona muy alejada del campamento principal, se rumoreaba que era ahí el lugar habitado por el Scroux, sus descripciones muy vagas no me dejaban en claro, su forma o naturaleza, si era humano o una bestia, si tenía alguna otra arma que una espada y un escudo, si era un mago escapando y buscando su salvación personal.
No lo sé, no me lo dicen y estoy seguro de ellos no lo precisan.
Pasado un tiempo desde la encomienda que se me otorgo, que recuerdo que era traer la cabeza del legendario Scroux, me decidí por tomar mis pertenencias y planear una también legendaria huída.
Al recibir el obsequio del rey para mi misión, que era un caballo que era de mejor familia de lo que yo podría imaginar ser, até mis pertenencias, me subí y me detuve un momento en la salida que daba para los montes.
Me detuve porque quería pensar en lo que hacía, mi futuro y mi honor.
Si me iba y no regresaba jamás, quedaría como el legendario guerrero que mantuvo una feroz batalla con el semidiós, muriendo en la honorable ley de guerrero con inquebrantable valor.
Lo iba a hacer, estaba en mis planes, pero mi corazón no dejaría que mi reino se siga viendo amenazado por este ser, y aunque parezca nuevamente miedoso debo hacerles saber que en estos momentos campamentos bárbaros bordean muchos sectores de mi reino y están dispuestos a sabotear y asesinar a cada persona o caravana que se atreva a cruzar o rondar por sus límites, puestos y marcados por ellos mismos, con cuerpos humanos ya en estado de putrefacción.
Lo peor de todo era que yo ni siquiera cuento con una caravana, siento que me mandan al desvío, y peor aún, ellos no saben realmente a quien mandan.
Solo me quedaba una salida del reino y era por los malditos montes del noroeste.
No había otra opción, tenía que enfrentar al enigmático Scroux o era hora de declarar mi falta y mentira, y peor aún aceptar una terrible humillación.
En mi reino una actitud o una muestra de cobardía de esa calaña solo se pagaba con la pena de muerte y si de morir se trata prefiero dejar un recuerdo aceptable para los que conocieron mi nombre.
Imposible, yo no podría, no lo haría, así que correré el riesgo y acamparé unos días por ahí, una buena espada, mi corcel, un escudo y mi sentido de ubicación serían suficientes para emprender mi viaje, trataré de demostrar que el tal Scroux no es más que un mito, que no merece la preocupación de mi reino.
Han pasado ya dos semanas en las cuales el guerrero ha salido en busca de esta desconocida y enigmática bestia, que bien podría ser tan solo un simple humano pero eso es algo que aún nadie sabe.
No costará mucho descubrirlo.
La leña no ha sido fácil de encontrar en este monte, los árboles escasean mucho y la madera seca se me dio solo en una parte escondida al pie del monte.
Las fogatas me mantenían despierto hasta largas horas de la noche, pensando que mi destino no sería otro que el de la muerte, cada día me sentía más convencido de que el Scroux existía, y no me costaba tanto imaginar o soñar su verdadero ser, tenía terribles pesadillas cada noche desde que comencé a acampar por estos alrededores, como si la temible bestia controlara mis sueños.
Necesito compañía pues las cosas por aquí en la tormentosa y fría montaña se ponen cada vez más difíciles y tortuosas.
Hace un par de días siento que algún ser me vigila, como que está a la expectativa de que algo suceda conmigo, de saber cual es mi propósito aquí.
Pensé haberlo visto una vez mientras me tomaba un descanso, decidí no acercarme mucho pues había dejado mi espada y mi caballo cuando decidí ponerme al tanto, logré ver una sombra, pero como no logré descifrarlo me propuse imaginar que era tan solo un animal escurridizo y fastidioso.
Siguen pasando los días y frente a otro tipo de males me he puesto a prueba en este monte, animales despiadados que tuve que matar y comer para sobrevivir aquí.
Ya por la cima del monte nada veía aproximarse, al voltear encontré al ser que me estuvo vigilando, le dije sin conocerlo que regresaba a casa pues había demostrado que ese tal Scroux no existía y regresaría a mi reino, para contar todo lo que sucedió en mi larga y despiadada travesía.
A la cual de seguro iba a añadir espectaculares eventos, todos falsos obviamente.
Este hombre encapuchado y que no dejaba mostrar su rostro, escondido sin razón aparente, no me dejó ir, pues llevaba una especie de bastón que en el momento en que comenzó a hablar, lo único que pude descifrar de todo lo que dijo era que fue un mago en su antigüedad y traía un báculo que podría hacer despertar a la bestia, la cual él llamaba Mohaed-zir-Ranzus.
Al dirigirme la palabra me comentó que esperaba al guerrero legendario y al verme acampar tuvo sus dudas, pero ahora que me veía llegar aquí me dijo que tenía que ser yo, pues muchos habían intentado llegar hasta el monte y que habían muerto en el intento.
Se dio a conocer como el guardián de la bestia mítica, y en ese momento me reveló que yo era el responsable de aniquilar al Scroux.
Me moralizó y como pudo me preparó, yo me convencí también a mi mismo de que era mi deber pues al parecer el destino me había enviado a este preciso espacio y lugar.
Luego de decirme que todo saldría bien, comenzó a murmurar una palabras que no logré escuchar, cada segundo que pasaba hablaba más rápido y comenzó a gritar.
La tierra comenzó a temblar fuertemente y el monte se comenzó a partir dejando salir a una bestia de enormes extremidades, alas gigantescas, una cola con escamas muy filosas, y bueno era aterradora, era el Scroux, era Mohaed-zir-Ranzus, era un dragón que nadie esperaba y aún yo mismo no me explicaba como era el elegido para llevar la cabeza de algo que mis ojos no me permitían ver completamente.
El mago vagabundo intento controlar a la bestia y alzó la mano invocándola, pero esta solo respondió comiéndoselo entero.
No lo podía creer, que hacía yo pintado en este cuadro, debía alejarme, pero cuando lo intenté, esta enorme y temible bestia me rodeó, pude jurar en ese momento que me veía solo como su alimento, pero al verme cambio su semblante y sus ojos que eran dos zafiros brillantes y preciosos.
Al mirarme y yo mirarla a ella, solo respondí acercándome a su rostro y ella me dio la señal de treparme en su cuello, yo la monte y ella me hizo sentir el elegido, brillábamos juntos y cuando el día se puso ella y yo nos fuimos del mundo a crear una historia que tal vez un día les pueda contar.
El guerrero y el dragón dejaron la mítica historia y crearon una nueva leyenda en el reino, nuevos guerreros nacieron pero nadie nunca pudo superar el recuerdo de aquel hombre que domo a la bestia y salvó al reino del miedo y el mal.