
Irremediablemente fue así, al llegar a casa de Isabel las circunstancias me impedían reaccionar como era debido, fue por ello que tuve que hacer lo mismo conmigo y acabar con la tortura.
(Tres horas atrás).
¿Estás segura de que llevamos todo?
¡Bien, comencemos!
Te explicaré secuencialmente lo que sucederá, pero antes pásame la soga que tienes detrás, ojalá me sea útil, pues a pesar de tener todo planeado, hay algo que me trae tirándome de los pelos, quiero saber que tengo todo lo que será necesario a la mano.
De todas formas Isabel tengo una lista de todo lo que debemos hacer antes de… tú ya sabes, no quiero mencionarlo más, entiendes.
Supongo que estás tan asustada como yo, es por eso que quiero saber si estás realmente segura de querer hacer esto, pues en el momento que lo hagamos y entremos al recinto no habrá vuelta atrás.
¿Tienes la daga?, bien pues métela en tu botín.
Isabel tu solo la vas a sacar en el momento que yo te lo diga, ¿me comprendes?
Vamos, salgamos de aquí.
…
Poco o nada tenemos que mirarlos a los ojos, solo tenemos que realizar un acto rápido y efectivo, no te preocupes que saldremos bien de ahí.
Mira, sé que hay una entrada por el ático así que nos separaremos ahora, tú entrarás por la puerta trasera, ¿está bien?
Nos encontraremos en 10 minutos en el pasadizo que nos lleva a la cocina, si demoro o suena algo extraño no dudes en salir corriendo, pero no olvides la daga, porque lo volverás a intentar hasta que esto se realice, yo sé que lo lograremos.
Isabel, mírame, en serio todo esto pronto va a terminar, solo a partir de este momento déjate llevar y verás que en una nada le pondremos fin a… bueno lo que sea que signifique esto.
Ten cuidado, te alcanzaré en cuanto pueda, pero hay algo en el ático que debo sacar.
No demuestres miedo ni los mires ya lo sabes, nos vemos.
…
¡Diablos!, el ático está asegurado y no debo hacer mucho ruido, bueno, no quiero hacer esperar a Isabel, así que destrozaré esto rápido y de un solo golpe.
¡Ah!, Isabel me dijo que había una llave al costado de las rosas, es difícil diferenciarlo pues ahora todas las flores aquí están marchitas.
Desde que enfermo la señora Rosa de lo que aún no entendemos, todo en esta calle se ha ido cayendo en mil pedazos.
Bueno ya tengo la llave, es hora de entrar.
…
- ¿Qué has venido a hacer aquí Ignacio? – dijo Rosa, o lo que quedaba de su cuerpo, dando a notar que lo que hablaba no era nada más ni nada menos que un espíritu endemoniado.
- He venido a acabar con todo esto, tú deberías estar esperando en la sala como últimamente lo has hecho. – dijo Ignacio.
- Sí, pero ya ves como soy de intuitiva, pensabas que esa daga iba a acabar conmigo, ¿qué le pusiste?, agua bendita. – dijo el demonio de manera satírica.
- Te burlas de mí, he venido aquí para sacar el medallón de plata de Isabel, pensé que le daría más confianza. – dijo Ignacio con el poco coraje que le quedaba.
- ¿Isabel? ¿Te refieres a la chica que acabo de despedazar?, está allá arriba junto con lo poco que quedaba de su familia, eres muy ingenuo Ignacio, anda puedes ir a ver, no te mataré a ti. – el demonio estallaba en risas macabras.
- No subiré sin antes haber acabado contigo, con que tú eras quién había causado todo esto, ¿tú crees que le daría a Isabel la única fuente para hacerte daño? – dijo Ignacio sacando una segunda daga de su bota, pero al lanzarla, nada sucedió.
- Humano impertinente, ¿es que acaso no te das cuenta aún?, tú fuiste quién me creó y no me podrás matar, soy tu peor pesadilla Ignacio e hice que tu mundo como lo conoces sea la misma pesadilla para ti.
No tendrás ninguna opción y toda tu vida será la misma tortura. – el disfrute del demonio creado por las pesadillas de Ignacio gozaba con todo lo sucedido.
- Bueno pues, si no hay otro remedio. – dijo mientras cogía la tercera daga. – Haré que el responsable lo pague muy caro. – refiriéndose a él.
- ¿Qué dices mortal? Estás tan desesperado que acabarás con tu miserable vida. – dijo el demonio asombrado por la forma tan convincente de expresarse de Ignacio. – No hagamos nada de lo que jamás puedas dar vuelta. – el demonio comenzaba a preocuparse.
- ¿Qué pasa?, veamos si esto te duele más a ti que a mí. – dijo Ignacio mientras deslizaba la daga por su blanco cuello.
…
Desde ese instante el demonio desapareció para siempre, nuestras almas descansaron en paz y la vida siguió el maldito curso de siempre.