Red Bull Music Academy Radio

miércoles, 21 de octubre de 2009

El Alcalde

Por las noches voy a ver trenes a la estación, no es que sea loco lo que sucede es que tengo distintas formas de disfrutar la vida y divertirme de una manera poco común.
Es tan solo que veo las cosas de manera distinta.
Siempre cuidando mi imagen pues soy una persona muy importante, no me hago notar jamás, no me gusta alardear ni hacer públicas las cosas que me pasen, además es necesario para mí.
Una vez me fui a comprar un rifle a una zona alejada de la ciudad, y me fui con esta a un parque muy conocido, comencé a jugar un juego que constaba de apuntar sutilmente el rifle (¡y vamos esta era un arma que una persona normal podía distinguir de un juguete!) a la frente de las personas que pasaban cerca de la banca en la que me encontraba sentado con una sonrisa dibujada en mi rostro, durante un buen rato las personas que pasaban por mi lado me miraban, y a pesar de sus gestos de “¿qué diablos haces?”, pasaban de largo, me ignoraban y hacían como si no les importaba, yo creo que entendieron el juego.
Lo extraño fue que al pasar el rato en la banca un hombre pasó por mi lado, se me acercó y me dijo que le ponía muy nervioso que le apunte con el rifle, pensé que mi silencio demostraba mi intención, y me mantuve apuntándole con la misma sonrisa dibujada en mi rostro, el hombre furioso como un toro, sin tampoco decir nada se me acercó e intentó golpearme.
Es aquí donde comienzo a darle vida a esta historia, o bueno… más bien dicho le di muerte, porque le disparé a aquel hombre. Para mi suerte el hombre intentó golpearme en un momento premeditado porque no había nadie cerca que pueda intervenir o escuchar lo sucedido, soy un hombre de mucha suerte (risas), fue en ese momento en el cual comprendí que mi juego había acabado, no me malinterpreten no estoy loco, aunque bueno luego de esto tendrán sus dudas, me dispuse a cargar en hombros al hombre y llevarlo a mi auto, el hombre si que pesaba pues me parece que el peso muerto le da valor agregado, cuando llegué al auto lo senté en la parte de adelante como si fuese un cansado acompañante, y esperé hasta media noche y lo llevé a la vieja estación de trenes, bajé al hombre del auto y ¡demonios! el hombre este si que mancho mi auto, todo estaba lleno de sangre, gracias al cielo soy un hombre muy rico y un coleccionista de autos empedernido, así que un auto más o un auto menos no me importaba nada.
Pero bueno como iba diciendo al bajarlo del auto lo até al riel del ferrocarril, me paré y me di media vuelta de regreso a casa.
Es extraño pues jamás sentí ningún tipo de remordimiento ni preocupación en sobre quien diablos era esa persona, en que trabajaba o si tenía dinero o familia, creo que es debido a la inmunidad que tengo en esta maldita ciudad que me pertenece, o a la locura de la que dicen que sufro.
Solo sé que regreso a casa con la misma sonrisa con la que comencé a jugar.
Esa fue una de mis tantas historias.

El tren de medianoche pasó con una velocidad increíble y sin sentir el tropiezo ni ser advertido de la presencia del cuerpo, paso por encima de este triturándolo y dispersando sus extremidades por todas partes que salieron disparadas, tal como la bala del rifle.
El hombre acabó en pedazos pudriéndose en la vieja estación de trenes la cual no fue visitada de nuevo por El Alcalde.

2 comentarios:

INFINITO dijo...

Que buen escrito, recordé un poco la historia de Harry Haller en "El Lobo Estepario" de Herman Hesse, saludos y felicitaciones por el blog.

Unknown dijo...

Hijo me siento feliz cada momento que compartes conmigo tus relatos. Estoy orgullosa de tener un hijo tan creativo. Sigue asi, no cambies. Felicitades y muchos exitosos. Tu mama