No pretendía discutir las exclamaciones ni repercutir en las decisiones de los demás, pero al escuchar la falta de criterio, me pareció que lo más justo en ese instante era intervenir y cortar de raíz el problema que se hacía cada vez más fuerte.
Era intenso, la discusión se trasladaba a terrenos inhabitables por el raciocinio de los participantes de tan exuberante trifulca.
Se trataba de un hombre de paupérrimas condiciones, se notaba a leguas que no contaba con una buena vida, ni con apoyo de nadie y discutía con un señor de traje lujoso en medio de la calle.
¡Pero claro!, ustedes me dirán que como es que un desconocido para ambos se entrometa en donde no lo llaman, lamentablemente lo que ustedes piensen me importa un carajo y yo me atrevo a meter mis narices en donde a mi me dé la regalada gana.
En este caso peor aún, estaban pisoteando a este humilde hombre con frases que alteraban mi paciencia, el hombre rico y de “moderadas y refinadas costumbres” le sacaba en cara al “miserable” su realidad, cansado de escucharlo el hombre buscaba una pelea a puño limpio, incapaz de solucionar de mejor manera su problema debido a su escaso conocimiento por la diplomacia, aunque en este caso, y créanme, yo de pobre no tengo nada, le zamparía dos trompadas bien puestas en la cara al infeliz que amenaza con arrimarlo y exiliarlo de nuestra “sociedad en procesos de reconstrucción”.
Tuve que meterme, por Dios que lo tuve que hacer, y no para golpearlo sino para darle una lección de vida al pobre de corazón, de espíritu y de todo cuanto puedas imaginar.
Hoy en día las personas piensan que el dinero te vuelve inteligente, la verdad es que te da las facilidades, pero te tienes que esforzar bastante, aquel hombre jamás se asomó a verle la cara a este hombre que solo andaba en la calle ofreciendo unos ricos helados.
Los he probado, son bastante buenos, pero lamentablemente mi asquiento amigo no estaba de humor para aguantar pulgas, simplemente no lo quería ver.
¿Qué demonios se cree la gente para andar tratando de menos a los demás?, ¿En que es mejor el otro hombre si todo lo que tiene lo gana por que tiene lo material?
Francamente al hablar con el hombre le dejé en claro que el no es dueño de la ciudad y aprender a respetar a los demás es parte de quererse a uno mismo un poquito más.
Aquí en el Perú nadie se puede dar el lujo de mirar por encima a los demás, el dinero no te hace y el algunos casos te deshace, si sabes que tienes la posibilidad de ayudarte a ti mismo, es ahí donde ayudas a los demás, no tratando de dar lecciones de “clase” sino de categoría y humildad.
Por aquí andaban dos personas a las que se le denominan las dos cara de la moneda, dicen también que una es de oro y la otra no tiene valor alguno.
Ya queda en cada uno poder distinguir cual es cual y de que ese hombre que todos dicen que tiene calidad, por lo que hoy presencié no es más que un afortunado de la vida que no forjó nada más que desprecio y odio en su corazón.
Que terrible es ver gente así pero a la vez que satisfacción me da, el haber puesto en su lugar al que maltrato sin darle maltrato tan solo fue cuestión de ponerlo en su lugar.
Este hombre rojo como un tomate se trago sus palabras tomó sus cosas y se fue en un instante.
Yo aproveché en darle una mirada al mal afortunado que al verlo, a su lado presencie a un ángel, que me decía “gracias por hacer lo correcto”.
El hombre humilde nunca dio las gracias, no era su costumbre y no me lo esperaba, pero al menos es un hombre honesto e incapaz de hacer algo tan reprochable, luchador de la vida como nadie.
¿Si me preguntan a mí?, siempre te diré que la moneda de oro es el hombre que se desvive por ganarse la vida sin criticar a nadie.
Red Bull Music Academy Radio
viernes, 10 de diciembre de 2010
domingo, 5 de diciembre de 2010
Demencia inhumana
Entre a mi cuarto y vi a dos duendes fumando sobre mi escritorio, esperando ver mi rostro al presenciar su desvanecer, cambié de rumbo en dirección a la sala y un náufrago me pedía a gritos que alimente su espíritu con canciones de cuna, corrí a la cocina y un par de leones preparaban ensaladas para la cena de gala que se llevaría a cabo en casa de los miserables, todos juntos se unieron y me llevaron al baño para observar el nacimiento de los hijos de mi estrés, que al salir del vientre de mi soledad emprenderían una carrera hacia los campos de trigo sin esperar la puesta del sol.
Parece que es extraño, pero raro sería que esto no suceda, parece que cosas maravillosas pasan en mi casa y yo con orgullo cuento estas historias pretendiendo que alguien me escuche alguna vez y que en verdad se digne a dar una crítica de lo que pasa y lo que le parece.
Me gustaría saber que le pasa a la gente cuando oye esto, me gustaría que lo piensen siquiera un momento, porque me es un tanto aburrido imaginar todo esto, tanto así que si supieran que miento, me encerrarían por loco, tal vez me matarían… pero tal vez no.
Quizá todo lo que digo cobre sentido cuando ellos entren en trance conmigo, que compartan estos minutos, estos simples dos minutos en donde todo es tan cierto, y no me vean raro cuando inevitablemente los duendes, leones y demás desaparecen.
Ellos creen que yo juego, que mi trance es solo parte de un destello, que alboroto mis sentidos al ver una luz que ciega mi saber.
Como verme normal, como congeniar con ellos, como salir de este hueco que me separa de los buenos, si es que lo son.
La verdad quiero estar de ese lado, o seré igual que ayer y llegaré a la mima reflexión, la reflexión en la cual me refiero a la locura como un don que me aleja de los ajenos, de los injustos y los serenos.
Aquel “mal” que me separa de las personas que esperan algo más al darlo todo, que se rebelan ante sus propias decisiones y que no se atreven a ver las cosas mas que de la manera sombría.
Eso es lo que me asienta en mi mundo, en donde nadie me envenena, nadie me corrompe ni condena, soy libre por ser un loco sin pasiones, soy libre por tan solo dejar de un lado tus frías emociones, me desvanezco en un mundo donde tengo relaciones con magos esperanzados en que cambies los tambores por finas flautas, que dulces con el viento, sepan calmar las situaciones.
Soy duro por la vida, por mis historias y propias tonterías, duro como una roca, como el hundimiento de una broca a la velocidad de un cuento contado en el convento directo al corazón del que salen tus lamentos, ¡pero oye yo también soy frágil, sí que lo soy! Pero no tanto como tu cabrón, que te emocionas cuando el dinero suena campaneando y una canción que irresistiblemente te mueve la mente y que disipa las dudas, que te vuelve un demente y que haces lo que sea… hasta los trabajos más sucios del submundo por traerlo hacia ti.
Sí mi amigo, tú eres fácil de convencer, fácil de llevar, pero tan difícil de amar, y sin medida al lograrlo lo harás porque a ti nadie te niega tu felicidad, eso es algo tuyo nada más, común en ti y tal vez en los demás… como tú, no como yo.
Sabes bien que no entro en tu mundo, a mí no me aman ni me llevan ni me convencen, yo no tengo amigos como tú, lo que yo tengo es mucha imaginación que me sirve a la hora en que mi soledad me lo pide, en la que me obliga a disfrazarme de todo lo que desee, en un mono, en un cura, en un loco o hasta un consejero que puede darte una lección.
Tú humano, eres muy malo y al fin me di cuenta que no te quiero meter en mi vida y no quiero que me escuches, ni que me interpretes, me di cuenta también de que no tienes nada de imaginación porque de tenerla mi hermano, nuestro mundo hoy andaría mejor, yo no estaría tronado ni tú librando una guerra interior, en la que a propósito matas gente inocente que ves a tu alrededor.
Me cansé de tus pocas virtudes y tú sentido de superioridad, me cansé de que al final siempre corras para ver a mamá, como te digo nadie a mí me acompaña en mi soledad pero sé que solo me valgo más, que acompañado por muchos que dañan a los demás.
Prefiero vivir con aquellos duendes, los leones y el náufrago que me pide aquella canción que contigo un día más de destrucción.
Solo tu alma y frágil mente es lo que nos separa por esta vida y eternamente.
Parece que es extraño, pero raro sería que esto no suceda, parece que cosas maravillosas pasan en mi casa y yo con orgullo cuento estas historias pretendiendo que alguien me escuche alguna vez y que en verdad se digne a dar una crítica de lo que pasa y lo que le parece.
Me gustaría saber que le pasa a la gente cuando oye esto, me gustaría que lo piensen siquiera un momento, porque me es un tanto aburrido imaginar todo esto, tanto así que si supieran que miento, me encerrarían por loco, tal vez me matarían… pero tal vez no.
Quizá todo lo que digo cobre sentido cuando ellos entren en trance conmigo, que compartan estos minutos, estos simples dos minutos en donde todo es tan cierto, y no me vean raro cuando inevitablemente los duendes, leones y demás desaparecen.
Ellos creen que yo juego, que mi trance es solo parte de un destello, que alboroto mis sentidos al ver una luz que ciega mi saber.
Como verme normal, como congeniar con ellos, como salir de este hueco que me separa de los buenos, si es que lo son.
La verdad quiero estar de ese lado, o seré igual que ayer y llegaré a la mima reflexión, la reflexión en la cual me refiero a la locura como un don que me aleja de los ajenos, de los injustos y los serenos.
Aquel “mal” que me separa de las personas que esperan algo más al darlo todo, que se rebelan ante sus propias decisiones y que no se atreven a ver las cosas mas que de la manera sombría.
Eso es lo que me asienta en mi mundo, en donde nadie me envenena, nadie me corrompe ni condena, soy libre por ser un loco sin pasiones, soy libre por tan solo dejar de un lado tus frías emociones, me desvanezco en un mundo donde tengo relaciones con magos esperanzados en que cambies los tambores por finas flautas, que dulces con el viento, sepan calmar las situaciones.
Soy duro por la vida, por mis historias y propias tonterías, duro como una roca, como el hundimiento de una broca a la velocidad de un cuento contado en el convento directo al corazón del que salen tus lamentos, ¡pero oye yo también soy frágil, sí que lo soy! Pero no tanto como tu cabrón, que te emocionas cuando el dinero suena campaneando y una canción que irresistiblemente te mueve la mente y que disipa las dudas, que te vuelve un demente y que haces lo que sea… hasta los trabajos más sucios del submundo por traerlo hacia ti.
Sí mi amigo, tú eres fácil de convencer, fácil de llevar, pero tan difícil de amar, y sin medida al lograrlo lo harás porque a ti nadie te niega tu felicidad, eso es algo tuyo nada más, común en ti y tal vez en los demás… como tú, no como yo.
Sabes bien que no entro en tu mundo, a mí no me aman ni me llevan ni me convencen, yo no tengo amigos como tú, lo que yo tengo es mucha imaginación que me sirve a la hora en que mi soledad me lo pide, en la que me obliga a disfrazarme de todo lo que desee, en un mono, en un cura, en un loco o hasta un consejero que puede darte una lección.
Tú humano, eres muy malo y al fin me di cuenta que no te quiero meter en mi vida y no quiero que me escuches, ni que me interpretes, me di cuenta también de que no tienes nada de imaginación porque de tenerla mi hermano, nuestro mundo hoy andaría mejor, yo no estaría tronado ni tú librando una guerra interior, en la que a propósito matas gente inocente que ves a tu alrededor.
Me cansé de tus pocas virtudes y tú sentido de superioridad, me cansé de que al final siempre corras para ver a mamá, como te digo nadie a mí me acompaña en mi soledad pero sé que solo me valgo más, que acompañado por muchos que dañan a los demás.
Prefiero vivir con aquellos duendes, los leones y el náufrago que me pide aquella canción que contigo un día más de destrucción.
Solo tu alma y frágil mente es lo que nos separa por esta vida y eternamente.
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