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lunes, 27 de septiembre de 2010

Carta extraviada en el cofre personal

Comprendo varias cosas que a diario suceden a gente extraña y tratando de ser fiel a mis movimientos trato de aplicarlo en la atmósfera de mi vida, es difícil, capaz que no somos justos a la hora de vender nuestras intimidades y de tratar de realizar con convicción lo que vamos predicando como verdaderos creyentes de nuestra palabra, me pasa a mí y también sé que te pasa a ti, es normal, no te aflijas. Muchas veces encontraba en ti palabras que calmaban mis recuerdos y aunque afligido por malas pasadas que me iba jugando la vida por cada paso en falso que daba sentía esa atracción atroz hacía a ti. No puede ser, sencillamente tu no deberías atraerme, lamentablemente esa noche sentí tan poca cordura con las cosas que no evite decir lo que me pasaba cada vez que escuchaba tu voz. Soy culpable, lo admito, lo que no puedo aceptar es que esta locura de jugar a las cosas imposibles entre en mí y así sin más se quiera quedar. Lo siento pero ya dejé de controlarlo hace un rato y se convierte en un dolor disfrazado de amor.
Tal vez en otro mundo, tal vez en otro contexto y tal vez en otro momento, ahora no.
A pesar que sé que la conexión de mi mundo y el tuyo es más difícil de juntar por razones tan extrañas que pone en juego este camino sinuoso y lleno de trampas que es la vida.
He pensado en arriesgarme y andar por ahí diciendo lo que me pasa, pero es que todo es tan complejo. Conversar contigo fue el remedio espiritual que vengo buscando desde hace mucho tiempo, hablar de nuestras penas y desilusiones, fue más perfecto cuando concordaba cada palabra que decíamos y nos conectábamos vía el poder del pensamiento. Odio decirlo pero somos más parecidos que comparar estas mentes no nos vendría mal. Ciertamente no estoy en tu lista y aunque pasamos por el proceso de “reconstrucción del corazón” no voy a negar que me la pegue pensando en ti desde ese momento que nos vimos.
Horas me faltaron y sueño no me daba, fue tan divertido y a la vez extraño, cada segundo la culpa se me extraviaba en frases de resurrección. Vacilaba al intentar recurrir a la razón pues me encontraba sumergido en un océano, ahogándome en una tempestad ocasionada por equivocaciones demasiado terribles que protagonizaba mi corazón.
Pocas veces una persona me ha dicho en mi cara mi verdad, una persona que se haya atrevido a decirme cosas que imaginaban ciertas y que sin temor a equivocarse acabaran por definir mi situación y mis carencias de manera absoluta, no bromeo, han sido pocas personas, pocas veces. Tanto así, que pensé que ese grupo de personas tan eficaces y sinceras ya se habían extinguido, fue increíble porque la última persona que lo hizo me atrapó de tal manera que terminé enamorado, suena sacado y podrá ser pura fantasía pero ¿qué hago yo?, ya expliqué que dejé de tener el control remoto de esta televisión y solo me he sentado a ver lo que sucede inclinado a disfrutar lo que viene, sea lo que sea.
Agradezco que hayas abierto tu corazón y me hayas dado esa confianza que me permitió devolvértela sin pensarlo, lamento si no soy oportuno o digo algo que te atormente, mi sinceridad será mi respaldo.
No tengo mucho más que decir, tan solo agradecerte una vez más por esa noche, por dejarme volver a creer en mí mismo, por recordarme que el pasado no cambia y que los remordimientos son absurdos. La vida trata de seguir adelante y que yo mis mismo haga de ella lo que sea que quiera y que sea lo mejor para mí.
Las heridas de alguna manera sanan y que bueno es saber que tengo a alguien que me lo puede recordar sin tener miedo a decir algo que duela en verdad.
Las palabras escritas aquí pueden significar mucho pero la verdad el pequeño mensaje de todo esto es lo que cuenta.
El momento de encontrarte llegará.